viernes, 7 de noviembre de 2025

Segunda madre


Carlos era divorciado, pero era un buen padre y tenía una custodia compartida de su hija. Pero cuando llegó el Gran Cambio su vida se llenó de retos.

Sofia tenía catorce años en el momento del cambio y estaba encantada de que su papá ahora fuera una mujer. Se había convertido en su estilista personal. “Ese jeans no, te ensancha las caderas. Prueba con este corte”, le dictaba, arrastrándola entre probadores. Aprender a domar una plancha de pelo o a elegir la sombra de labios correcta se había convertido en su nueva forma de conectar.

Durante un día de campo, Sofía sonrió y susurró con una sonrisa pícara: “No voltees ahora, pero ese señor que pasea a su perro no te quita los ojos. Le gustas. Es guapo. Deberías hablarle.”. Carla sintió un rubor que le quemó las mejillas. La situación era surrealista: su hija adolescente la invitaba a coquetear con un hombre. En ese instante, entre la incomodidad y una risa nerviosa, lo entendió. No se había convertido solo en una mujer, sino en la confidente de su hija. Y en sus pensamientos comenzó a encontrar su lugar en el mundo, el de una mujer guapa y una madre amorosa. 




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