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Capítulo 4 – La escuela de ballet americana
Después de una comida satisfactoria, Shirley y Tony regresan a su habitación para prepararse para la visita a la escuela de ballet. Shirley, siempre entusiasta por causar buena impresión, insiste en que ambos se cambien de ropa. Tony, aún incómodo con su rol femenino, se muestra reacio:
—"¿Por qué tenemos que cambiarnos?"
—"Porque queremos causar buena impresión, tonta" —responde Shirley, dándole instrucciones con firmeza.
Shirley toma el control del proceso: lava y riza el cabello de Tony, lo viste con un vestido de fiesta color limón pálido y lo complementa con ropa interior de volantes, calcetines a juego y zapatos blancos. Aunque protesta, Tony secretamente disfruta de la transformación, aunque se siente atrapado en una mezcla de vergüenza y fascinación. Shirley remata el look con perfume, maquillaje y la sugerencia de llevar consigo una muñeca para reforzar su imagen femenina. Tony se resiste, pero termina accediendo.
Antes de salir, él mismo añade un detalle importante: su collar de hadas, su pequeño talismán de seguridad. Al mirarse en el espejo, suspira con una mezcla de confusión e identidad incierta.
Ya listos, se reúnen con el grupo. Cheryl los halaga:
—"Sabes que te ves realmente guapa con ese vestido. Eres como una muñeca de porcelana."
Al llegar a la escuela, quedan impresionados por las instalaciones, que superan en tamaño y modernidad a las de Madame en Inglaterra. El espectáculo de ballet comienza y, entre las bailarinas, Tony queda fascinado por una joven con un tutú blanco de lentejuelas. Se siente hipnotizado por su gracia y belleza. Sin embargo, esa emoción le provoca una incomodidad interna, que lucha por controlar mientras permanece en su asiento estrecho.
Tras el espectáculo, los chicos conocen a los bailarines. Tony queda embelesado al hablar con la bailarina del tutú blanco, aunque su atención pronto se redirige a Melanie, que ha desaparecido.
—"Iré a buscarla", se ofrece Tony, aprovechando la oportunidad para acercarse a la misteriosa chica.
La encuentra en el jardín, sola y llorando. Su instinto protector se activa:
—"¿Estás bien? ¿Hay algo que pueda hacer?"
Melanie, al principio distante, acaba tomando su mano. Hay un momento de conexión profunda entre ellos. Ella acaricia su mejilla y, conmovida, le confiesa:
—"No eres como las demás, ¿verdad? Si... si las cosas fueran más fáciles".
El momento culmina con un abrazo intenso y un beso tímido, cargado de ternura e incertidumbre. Melanie, sin revelar aún su secreto, expresa su frustración por no poder hablar libremente:
—"Todo terminará pronto, espero… ojalá las cosas pudieran volver a ser como eran el año pasado…"
De vuelta con el grupo, Mimi llama para regresar. Tony se despide con una última mirada a la chica del tutú blanco y reflexiona, emocionado, sobre lo que ha vivido:
"¡Eso sí que fue un gran avance!"
Está convencido de que, poco a poco, descubrirá el secreto que envuelve a Melanie.
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