¿Vale la pena todo ese esfuerzo? ¿Realmente eres feliz siendo hombre?
Nuestro cliente 0441 fue un ejecutivo de alto nivel. Dirigía juntas, manejaba millones y creía tener el mundo en sus manos. Pero el estrés le cobró factura.
Primero fue la calvicie. Luego, la disfunción. Finalmente, su esposa lo dejó por un hombre más joven, con más pelo y más pasión.
Solo, vacío, y con una cuenta bancaria llena pero un alma rota, llegó a Clínica Venus.
“No quiero seguir así”, nos dijo. Y nosotros lo escuchamos. Le dimos la pastilla rosa. Le apagamos el pasado. Y le encendimos el futuro.
Durante 21 días, lo sometimos a reprogramación sensorial, entrenamiento erótico, y feminización total. Cada noche, dormía mientras una voz le susurraba:
— “No naciste para mandar, naciste para obedecer.”
— “Ya no tienes que ser fuerte, solo tienes que ser bonita.”
— “Ser mantenida es libertad.”
Cuando salió de la clínica, el traje gris fue reemplazado por lencería fina. El portafolio, por una cartera rosa. El estrés... por orgasmos.
Ahora se llama Isabella. Tiene un novio alto, guapo y dominante que la adora. Él trabaja. Ella se depila, se broncea y practica cómo complacerlo mejor.
“Antes tenía poder, ahora tengo placer”, nos escribió hace poco desde su nueva casa en la playa.
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