CAPÍTULO 2: CAMBIOS EN EL JUEGO
El vestuario de las Roller Rabbits estaba en un silencio incómodo. Las jugadoras, aún procesando la derrota y la lesión de Juana, estaban sentadas, cada una perdida en sus pensamientos. El Coach Ríos, que parecía haber perdido años de vida en las últimas 24 horas, entró con paso firme y, al igual que siempre, tomó el control de la sala.
—Atención, chicas —comenzó con voz grave—. Tengo dos anuncios importantes.
Las jugadoras alzaron la mirada. El Coach tenía una expresión seria, como si estuviera a punto de enfrentar una batalla importante.
—El primero: Esteban tuvo que salir del Estado por una emergencia familiar. No podrá estar con nosotros durante un tiempo.
El murmullo recorrió la sala. Esteban no era solo el asistente. Era el tipo que las ayudaba con las tácticas, que las motivaba en los entrenamientos y que las conocía como nadie más. La noticia de su ausencia caló hondo.
—No pongan esas caras —continuó Ríos—: Para cubrir esa vacante, vendrá alguien que espero que se adapte rápido al equipo. Mi sobrino, Carlos, es un buen patinador, pero llegará en un par de semanas. Apenas pude convencerlo de dejar su campamento deportivo, pero creo que esta experiencia le servirá. Pero el anuncio más importante que les tengo es que tenemos a una jugadora para cubrir el resto de la temporada.
Las jugadoras lo miraron, intrigadas. Algunas levantaron una ceja, otras esperaban ansiosas.
—Una estudiante de intercambio, Dulce, acaba de llegar a la universidad. Es excelente para el deporte, así que espero que se integre rápido al equipo y nos ayude a salvar la temporada.
Un murmullo recorrió la sala nuevamente. Dulce, una nueva jugadora, ¿Quién era? ¿De dónde había salido?
—Confío en que este equipo lo puede hacer —finalizó Ríos, sin más explicaciones.
.. .
El ambiente era confuso, pero lo que nadie sabía era que la persona que el Coach acababa de presentar como Dulce no era una desconocida, sino alguien que llevaba en su interior toda la vida de Esteban.
...
Unas horas antes...
El sol entraba débilmente por las cortinas, iluminando la pequeña habitación. Esteban despertó con la sensación de haber dormido más de lo habitual, pero algo no estaba bien. Abrió los ojos y no pudo evitar notar que todo a su alrededor parecía… diferente. La luz, las sombras, los sonidos. Pero lo más impactante fue el reflejo en el espejo frente a él.No podía ser.
La persona que lo miraba desde el espejo no era él. Era una chica. Una chica de rostro suave, cabello largo y oscuro, con unos ojos grandes que lo observaban con la misma confusión que él sentía.
Esteban intentó levantarse rápidamente, pero se sintió raro. Inmediatamente, una serie de sensaciones recorrieron su cuerpo. Se levantó tambaleante y se acercó al espejo.
—¿Dulce? — escuchó una voz conocida mientras se observaba.
Fue entonces cuando la doctora Vega apareció, con una calma desbordante que Esteban nunca entendió.
—Buenos días, Dulce —dijo Vega, con tono sereno. Esteban (ahora Dulce) no podía comprender completamente lo que sucedía. Había pasado de ser un joven deportista a ser una mujer en cuestión de horas, y aún estaba procesando todo.
—¿Qué está pasando? —preguntó Esteban, con voz temblorosa.
La Dra. Vega, impasible como siempre, le entregó unos papeles.
—Tus nuevos documentos. Dulce Hernández. Estás inscrita como estudiante en la universidad y, desde este momento, serás parte del equipo como jugadora. Tienes todo lo que necesitas: los papeles, los cursos, y ya hemos hablado con los administradores de la universidad. Podrás asistir a clases como estudiante femenina.
Dulce (Esteban en su nuevo cuerpo) no podía hablar. Miraba los papeles en sus manos. Estaba registrado, era una estudiante que había llegado para quedarse durante los próximos seis meses. Su vida había dado un giro de 180 grados. Dulce sería su nueva identidad durante todo el semestre.
—El tiempo pasa rápido —continuó Vega—. Tienes seis meses, y espero que aproveches esta oportunidad para adaptarte al equipo. Ya no eres Esteban. Ahora eres Dulce. Una jugadora de las Roller Rabbits.
Esteban (ahora Dulce) tragó saliva, asimilando el peso de las palabras. Si había algo que había aprendido en la vida, era que las oportunidades nunca llegaban en el momento que uno las esperaba. Pero esta… esta no era una oportunidad cualquiera.
Ahora, era una mujer. Y estaba a punto de enfrentarse a un nuevo reto, dentro y fuera de la pista.
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