domingo, 5 de octubre de 2025

Nuevas Formaciones (16)

 


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EPÍLOGO: NUEVAS FORMACIONES

Cinco años después.

El sol de la tarde se filtraba cálido a través de los ventanales del penthouse, iluminando los trofeos en la repisa, las plantas cuidadosamente ubicadas y la mesa del comedor, cubierta con apuntes tácticos, tabletas y botellas de agua mineral. Afuera, el estadio profesional de los Zorros del Norte imponía su presencia. Dentro, el ambiente estaba cargado de estrategia… y algo más.

Dulce se movía por la sala con soltura, enfundada en un vestido de verano color crema, ajustado en la cintura, con un ligero vuelo en la falda que rozaba sus muslos con cada paso. Llevaba medias color piel que realzaban sus piernas torneadas y unos tacones nude, elegantes y afilados, que la hacían caminar con esa mezcla perfecta entre feminidad y firmeza. A pesar de su embarazo de tres meses, se veía segura, cómoda… plena no quedaba rastro del hombre que fue hace tiempo. 

Mientras sostenía una tablet en una mano, la otra estaba en su cadera. Leía con atención una gráfica de rendimiento, el ceño fruncido, los labios pintados de rosa ligeramente apretados.

—Te digo que si vuelves a alinear a Torres como carrilero, lo vas a quemar. Está corriendo mucho sin balón. El desgaste es absurdo —dijo, sin apartar la vista del análisis.

Carlos, apoyado en la barra de la cocina con una taza de café, no sabía si admirarla más como analista deportiva, como nutrióloga del equipo, o como la mujer de su vida. O todo junto.

—Torres bajó dos kilos. Dijo que está listo —insistió él, alzando una ceja.

Dulce giró hacia él, con esa mirada que combinaba ternura y autoridad.

—¿Y yo qué hice esta semana? —preguntó con voz suave pero firme—. Subí uno… y aún tengo mejor visión de campo que tú.

Carlos soltó una carcajada, acercándose a la mesa donde Dulce tenía desplegados los esquemas de juego.

—¿Desde cuándo las mujeres embarazadas dan clases de presión alta?

—Desde que una de ellas fue la mejor medio ofensiva universitaria de la última década —respondió ella, orgullosa, señalando el diagrama—. Mira: si presionamos alto a las Cobras, nos van a destrozar con pases largos. Lo sabes. Solo no quieres aceptarlo porque detestas jugar en bloque bajo.

—Me casé con una tirana táctica —murmuró él.

—Y una diosa de las estadísticas —agregó ella.

Carlos se acercó más. Se detuvo justo detrás de ella, bajó la cabeza, rozó su cuello con los labios.

—También te ves demasiado sexy con ese vestido —susurró.

Dulce soltó una sonrisa pícara, pero no se giró de inmediato. Tomó su tiempo para apoyarse en la mesa, dándole la espalda, moviendo apenas la cadera con coquetería.

—¿Sabes? —dijo, con voz grave— A veces olvidas que sigo siendo dominante.

Carlos la tomó suavemente por la cintura, riendo.

—Cuando te pongo en cuatro, no pareces tan dominante.

Entonces ella se dio la vuelta, rodeó su cuello con los brazos y lo miró directo a los ojos, con una sonrisa peligrosa y deliciosa.

Cuando estoy en cuatro.. es porque decidí estar en cuatro... Traigo lencería abajo de este vestido, papi.

Carlos no dijo nada. Solo la besó. Lento. Profundo. Como si aún no pudiera creer que esa mujer fuera su esposa, su compañera de equipo, su rival en táctica, la madre de su futuro hijo o hija. Como si supiera que ese beso era apenas el primero de muchos más esa noche… y en todas las que vendrían.

Allá afuera, los partidos seguían. Pero el mejor equipo ya lo formaban ellos dos.

FIN

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