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Capítulo V - El Encuentro
Arrodillado detrás de los arbustos, Tony apenas respiraba. Había llegado tan lejos, y ahora, justo frente a él, se abría la oportunidad de descubrir la verdad sobre la chica misteriosa. Pero lo que parecía una simple vigilancia, cambió drásticamente cuando dos figuras salieron del anexo.
Una de ellas era ella: la muchacha rubia que había visto desde la distancia. Más cerca, resultaba aún más impresionante. No parecía una niña, como había creído al principio, sino una joven casi adulta. Su cabello fluía dorado como seda y su rostro, aunque serio, era bellísimo. Tony no pudo evitar sentir algo extraño al verla... una mezcla de admiración, ternura y un pequeño vértigo.
—¿Cuánto tiempo piensan mantenerme aquí? —preguntó la chica con tono desafiante.
—Un par de semanas más —respondió su acompañante, un hombre al que no podía verle bien el rostro—. Para entonces, todo el dinero de la empresa estará en su lugar y nadie sospechará.
Tony no podía creer lo que oía. ¡Era verdad! ¡Estaban reteniéndola contra su voluntad! Apretó los puños, temblando de indignación.
Cuando el hombre finalmente se marchó, la chica se sentó en un banco, tan cerca que Tony podía haberla tocado si estiraba la mano. Sin girar la cabeza, habló con calma:
—Ok, ¿qué haces escondido detrás del arbusto? ¿Quién eres?
Tony tragó saliva. Avergonzado, explicó su historia a media voz, sin entrar en demasiados detalles. A su modo, trató de hacerle entender que quería ayudarla, y que no era quien parecía.
—Podríamos hablar mañana —sugirió ella—. Cerca de la valla, a las tres. Si está todo despejado, tararearé una canción. Y si alguien viene conmigo, hablaré fuerte. ¿Cómo te llamas?
—Tony —respondió con voz queda.
La chica rio suavemente. —Bueno, Tony. Es un gusto conocerte.
De regreso en el albergue, Tony estaba agitado. No solo por lo que había descubierto, sino porque no podía dejar de pensar en ella. En su mirada. En su sonrisa. ¿Podía estar enamorado? Se miró el vestido, los moños, el bolso blanco… y se estremeció. ¿Qué clase de historia estaba viviendo?
A duras penas logró contarle todo a Shirley, que escuchó entusiasmada.
—¡Te dije que algo andaba mal! —exclamó—. ¡Debes volver mañana y obtener más información! ¡Esto ya es una verdadera aventura!
Tony suspiró. —Sí… lo es.
...
Esa tarde, justo a la hora acordada, Tony volvió al punto de encuentro. Se ocultó tras los troncos, esperando. Y entonces la escuchó. Una suave melodía tarareada flotaba en el aire. Era ella.
Cuando apareció entre los arbustos, Tony la miró con ojos grandes. Era aún más hermosa bajo la luz dorada del atardecer. Pero entonces, ella frunció el ceño y dijo sorprendida:
—¡Eres una niña!
Tony sintió que el mundo se detenía. Su rostro se encendió de vergüenza. No había forma de explicarle la verdad.
—¿Qué esperabas? —dijo, bajando la mirada.
—Bueno, por tu voz y tu nombre pensé que eras un niño… Supongo que Toni es corto para Antonia.
Tony asintió torpemente, tratando de disimular su incomodidad.
—Pues, Antonia —sonrió la joven—, eres muy linda. Ese vestido te queda muy bien.
El comentario lo hizo retorcerse por dentro, más confundido que nunca. Pero no podía detenerse ahora.
Sentados en lados opuestos de la valla, ella —Anthea, reveló que se llamaba— le contó todo. Su historia era más compleja de lo que imaginó. Heredera de un emporio empresarial, estaba siendo retenida para que no descubriera los negocios ilegales de sus tutores. Un accidente real le había dañado las piernas, y ellos habían aprovechado el momento para inventar un cuadro de estrés mental. Con eso podrían invalidar cualquier denuncia que hiciera más adelante.
—Si hablo ahora, no me creerán. Y si espero, tal vez destruyan toda la evidencia —explicó con un dejo de desesperanza.
Tony apretó su mano a través de la cerca.
—No te preocupes. Ya encontraremos la forma.
—Me tengo que ir —dijo ella, mirando hacia la casa—. Pero volveré mañana.
Tony la observó desaparecer entre los árboles. Y supo que nada volvería a ser igual.
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