lunes, 22 de septiembre de 2025

Ahora soy la princesa de papá


Todo empezó con aquella pastilla rosa que me dieron por error. Desde entonces, mi vida cambió de golpe: el cuerpo, la voz, las miradas… y mi relación con Adrián. Antes éramos solo amigos. Ahora me regala flores, nos besamos sin pudor y hasta lo he dejado entrar en mí. Él dice que seguimos siendo los mismos, pero yo sé que ya nada es igual.

Cuando me dieron la pastilla en el centro médico, los doctores le explicaron a mis padres que el efecto sería permanente. Sería mujer para el resto de mi vida. Fue un golpe duro. Era hijo único y el orgullo de mi papá… y de repente, por un error, dejé de ser varón.

Mamá me enseñó a usar faldas, a maquillarme de forma discreta. Cuando llegó mi primer período, también me habló de higiene femenina. Y, de paso, de que podía quedar embarazada. Me preguntó si me había besado con algún chico. Le dije que no… y técnicamente era cierto. Adrián metía las manos bajo mi falda, pero nunca nos habíamos besado.

Papá seguía llamándome “hijo” y hablaba de mí en masculino. Decía que, aunque hubiera cambiado por fuera, por dentro seguía siendo el mismo. Incluso le reclamó a mamá por enseñarme “cosas femeninas”. Ella le contestó que, aunque por dentro pensara como hombre, mi cuerpo era de mujer y debía saber esas cosas.

La bomba cayó cuando Adrián me invitó a salir. Tuve que decirles a mis padres, porque iba a pasar por mí a la casa. Después de nuestra cita y de nuestra primera vez juntos, volví pasada las diez de la noche, con una sonrisa de oreja a oreja. No tuve que decir nada: ambos supieron lo que había pasado. Papá comenzó a llamarme “hija”, y mamá me dijo:

—Espero que hayas usado protección, señorita. Eres muy joven para quedar embarazada.

Desde ese día fue oficial: ya no era un hombre. Mamá exigió que les presentara a Adrián. Los dos lo conocían como mi mejor amigo, pero ahora querían que lo presentara como mi novio. Fue incómodo, pero lo hice.

Hoy, Adrián me detona todas las semanas. Siempre con protección, claro. Papá lo trata como a un hijo, y yo… soy su princesa. Mientras tanto, mamá sigue enseñándome, día a día, el arte de la feminidad. 

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Esta caption es parte de una serie.

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