miércoles, 4 de junio de 2025

Condiciones temporales (2)




Capítulo 2: Condiciones temporales

—¿Carlos? —repitió Paola, todavía con la mascarilla verde en la cara y los ojos abiertos como si hubiese visto a un fantasma... o a una exnovia con nuevo look.

—Carolina, en realidad —corrigió la chica con una sonrisita nerviosa—. Pero sí… soy yo.

Paola no dijo nada más. Solo la agarró del brazo y la metió de inmediato a su habitación.

—¡¿Estás loco?! —le dijo en voz baja como si temiera que las paredes la escucharan—. ¡¿Tomaste esa cosa en serio?! Yo pensé que estabas bromeando.

Carolina se sentó al borde de la cama, con las piernas juntas, algo incómoda con la ropa floja que antes era de su versión masculina.

—No estaba bromeando, Paola. Nunca lo estuve.

Paola se cruzó de brazos. Todavía tenía la mascarilla secándose, lo que hacía que su expresión dramática pareciera aún más exagerada.

—¿Y entonces ahora qué? ¿Querés que salgamos como si nada? ¿Como si cambiar de género fuera solo… ponerte una peluca y ya?

—No. Sé que no es tan simple. Pero lo hice por ti. Yo… quiero al menos besarte una vez. Una oportunidad contigo, haría cualquier cosa para conseguirla.

Eso dejó a Paola callada por unos segundos.

—No sabía que estabas tan enamorado de mí…

—Lo estoy. Pero también entiendo que no puedes salir conmigo así, de un día para otro, justo después de terminar con Jennifer. Sería injusto para ti… y para mí también.

Paola suspiró, se sentó a su lado, y se quitó la mascarilla con una toalla.

—Mirá, ser mujer no es solo tener pechos o cambiar de nombre. Es una forma de moverse, de hablar, de existir. No es algo que se finge. Y no quiero una relación por despecho. Sería lo peor que podríamos hacerle a nuestra amistad.

Carolina asintió. No parecía sorprendida.

—La pastilla… es temporal. Solo dura tres meses. Después de eso, vuelvo a ser Carlos.

Paola levantó una ceja.

—¿Tres meses?

—Tres meses. El tío está intentando hacerla permanente, pero todavía no es estable.

Hubo un silencio. Luego, Paola se levantó de la cama y cruzó los brazos otra vez, esta vez con una expresión más pensativa que alarmada.

—Bien. Entonces te propongo algo.

—¿Algo?

—Durante esos tres meses, vamos a ser amigas. Vos vas a comprometerte en serio a vivir como una mujer. Y yo te voy a enseñar lo básico: outfits, maquillaje, hablar con otras chicas sin sonar como un cavernícola… incluso cosas más personales.

—¿Más personales? —preguntó Carolina, tragando saliva.

—Ya veremos. Pero con una condición: si en algún momento esto se siente raro, si nos hace mal o si me doy cuenta de que lo haces solo por estar conmigo y no por ti. … lo frenamos.

Carolina sonrió con dulzura.

—Trato hecho.

Paola se le acercó, le acomodó un mechón de cabello detrás de la oreja —algo que nunca había hecho con Carlos— y dijo:

—Entonces, bienvenida al lado rosa de la fuerza.

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