lunes, 4 de agosto de 2025

La escuela de ballet americana (4)


Este relato es parte de una serie.
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Capítulo 4 – La escuela de ballet americana

Después de una comida satisfactoria, Shirley y Tony regresaron a su habitación para prepararse para la visita a la escuela de ballet. Shirley, siempre entusiasta por causar buena impresión, insistió en que ambos se cambien de ropa. Tony, aún incómodo con su rol femenino, se muestra reacio:
—"¿Por qué tenemos que cambiarnos?"
—"Porque queremos causar buena impresión, tonta" —responde Shirley, dándole instrucciones con firmeza.

Shirley tomó el control del proceso: lavó y rizo el cabello de Tony, lo vistió con un vestido de fiesta color limón pálido y lo complementó con ropa interior de volantes, calcetines a juego y zapatos blancos. Aunque protestó, Tony secretamente disfrutó de la transformación, aunque se sentía atrapado en una mezcla de vergüenza y fascinación. Shirley remató el look con perfume, maquillaje y la sugerencia de llevar consigo una muñeca para reforzar su imagen femenina. Tony se resistió, pero terminó accediendo.

Antes de salir, él mismo añadió un detalle importante: su collar de hadas, su pequeño talismán de seguridad. Al mirarse en el espejo, suspiro con una mezcla de confusión e identidad incierta.

Ya listos, se reúnieron con el grupo. Cheryl halago a la pequeña Antonia:
—"Sabes que te ves realmente guapa con ese vestido. Eres como una muñeca de porcelana."

Al llegar a la escuela, quedaron impresionados por las instalaciones, que superaban en tamaño y modernidad a las de Madame en Inglaterra. El espectáculo de ballet comenzó y, entre las bailarinas, Tony quedó fascinado por una joven con un tutú blanco de lentejuelas. Se sentía hipnotizado por su gracia y belleza. Sin embargo, esa emoción le provocó una incomodidad interna, en sus bragas, que luchó por controlar mientras permanecía en su asiento estrecho.

Tras el espectáculo, los chicos conocieron a los bailarines. Tony queda embelesado al hablar con la bailarina del tutú blanco, aunque su atención pronto se redirige a Melanie, que ha desaparecido.

"Iré a buscarla", se ofreció Tony, aprovechando la oportunidad para acercarse a la misteriosa chica.

La encontró en el jardín, sola y llorando. Su instinto protector se activó:
—"¿Estás bien? ¿Hay algo que pueda hacer?"

Melanie, al principio distante, acaba tomando su mano. Hay un momento de conexión profunda entre ellos. Ella acarició la mejilla del detective travestido y, conmovida, le confesó:
—"No eres como las demás, ¿verdad? Si... si las cosas fueran más fáciles".

El momento culminó con un abrazo intenso y un beso tímido en los labios, cargado de ternura e incertidumbre. Melanie, sin revelar aún su secreto, expresó su frustración por no poder hablar libremente:
—"Todo terminará pronto, espero… ojalá las cosas pudieran volver a ser como eran el año pasado…"

De vuelta con el grupo, Mimi las llamó para regresar. Tony se despidió con una última mirada a la chica del tutú blanco y reflexionó, emocionado, sobre lo que ha vivido:
"¡Eso sí que fue un gran avance!"

Estaba convencido de que, poco a poco, descubriría el secreto que envuelve a Melanie.





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