sábado, 29 de marzo de 2025

Misterio en la playa (Parte 4)




Este relato es parte de una serie.
Este es el índice para leer todos los relatos de la serie:

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Capítulo 4. En la casa de Fiona

Marie, la ama de llaves, recibió a "las primas" en la puerta de la gran casa. Tony la identificó como la señora que había visto en el Land Rover. 

Los llevó a una habitación grande donde encontraron a la señora Young y a Final. Tony solo tenía ojos para Fiona. Ella le parecía tan hermosa con su vestido verde y sus ojos azules. Tony era muy consciente de que Fiona lo percibía como una niña con su atuendo. 

Les pidieron que se sentaran y habló la Sra. Young. 

—Shirley, puedes empezar a trabajar cuando quieras. Le diré a Marie que les muestre su habitación... Pequeña Antonia, no me gusta acortar nombres. Así que te llamaré por tu nombre completo. 

—Está bien. —El chico con vestido se movió incómodo en sus bragas de encaje.



—Espero que te lleves bien con Fiona. No ve a mucha gente de su edad... El otro día encontramos a un joven rufián que usaba nuestro jardín como atajo. Si lo llegó a atrapar, lo lamentara. —Lo miró muy seria y, él pensó que lo había reconocido y sólo asintió. 

La señora Young sonrió y volvió a centrar su atención en su prima.

Para su alivio, Marie los acompañó a su habitación y, una vez dentro, el ansioso niño dejó escapar un suspiro de alivio. La habitación de la planta baja era grande, con dos camas y su propio baño en suite. Se dio cuenta de que la casa estaba distribuida como una "U", con el cuerpo principal de dos pisos y los dormitorios principales en el piso superior. Un lado de la U era de un solo piso con dormitorios adicionales y el otro lado era un apartamento independiente para la ama de llaves. Los tres lados de la casa encerraban un pintoresco jardín que contenía un estanque con fuente y muchos arbustos y matas ornamentales.

Tony dejó que su prima hiciera el desempaque mientras él hacía su reconocimiento desde la ventana; no sentía que debía parecer demasiado entusiasmado por lo que ella había traído para que él se pusiera. Ella acababa de terminar esta tarea cuando Marie llamó a la puerta y anunció que era hora de almorzar.

Durante la comida que siguió, Shirley preguntó con entusiasmo si podía comenzar su proyecto esa tarde. La Sra. Young hizo arreglos para que Fiona pasara el tiempo mostrando a "Antonia" los alrededores mientras ella y Shirley trabajaban juntas. Durante todo el tiempo, Tony tuvo dificultades para apartar la vista de Fiona, que se había puesto un vestido menos formal similar en estilo al suyo. Estaba muy contento ante la perspectiva de pasar toda la tarde solo con ella. El único problema era que lo habían engañado para que usara faldas. Decidió decirle la verdad antes de que terminara su estadía, sin importar las consecuencias.

Después del almuerzo, Fiona abrió el camino hacia afuera y atravesó la parte formal cerrada del jardín, donde pasaron unos minutos admirando los peces del estanque. Hizo un gesto con la cabeza a Marie, que entró en su propio apartamento, y Fiona le explicó que estaba allí solo temporalmente. Al parecer, su ama de llaves permanente estaba de visita en Canadá, visitando a su familia, y Marie, que vivía en la zona, había estado disponible para ayudarla, ya que se estaba mudando de casa y su nuevo hogar no estaba listo. Las dos "chicas" caminaron hacia el costado del jardín, que no se veía desde afuera. Esto reveló que tenían su propia cancha de tenis y un huerto de manzanos recién plantado.

"Es tan grande", dijo entusiasmado Tony.

"Sí, papá lo hizo construir según su propio diseño. Nos mudamos aquí desde Londres hace casi dos años", respondió Fiona. "Nunca vino a vivir aquí porque se fue a vivir al extranjero cuando él y mamá se separaron". Había algo de arrepentimiento en su voz.

"¿Echas de menos Londres?", preguntó Tony.

—No, en realidad no. Al principio extrañé a algunos de mis amigos y, por supuesto, extraño tener a papá cerca. Pero es muy agradable vivir aquí. —Lo miró con esos grandes ojos azules—. Puede resultar un poco solitario, ya que a mamá no le gusta mucho que me relacione con los niños del lugar. Te contó sobre el intruso que tuvimos el otro día. Bueno, el problema principal es que no le gustan mucho los niños pequeños. Cree que todos son unos rufianes. Lo único que extraño son...las consecuencias.

Ella nunca terminó la frase, ya que esos grandes ojos azules la miraban fijamente como si anhelaran algo de lo que no podía hablar; era como si estuviera a punto de revelar un gran secreto, así que cambió de tema. "Nunca dijiste, ¿cuántos años tienes?"

Tony se movió incómodo, recordando su papel ficticio y respondió: "Tengo nueve años".

"Oh. Eso me hace casi dos años mayor que tú", dijo, "pero estoy segura de que nos llevaremos bien".

"Bueno, intentaré ser una buena amiga", respondió Tony sonriendo ante esa imagen de belleza. Sabía que ella tenía un secreto que quería compartir con alguien, y él estaba decidido a ser ese alguien.

"¡Eres un pequeño amor!" De repente, Fiona lo abrazó y lo besó suavemente en la mejilla. Esta acción tan infantil hizo que la mente de Tony diera vueltas. No estaba listo para esto y no sabía cómo reaccionar, pero quería que sucediera una y otra vez. Solo había un problema. De pie, con los brazos de su nueva amiga alrededor de su cintura, empezó a excitarse y, cuando empezó a sentir esa sensación ya familiar en sus bragas, rezó desesperadamente para que ella no se diera cuenta. ¿Cómo demonios se lo explicaría si lo hiciera?



Casi mareado por la emoción, Tony permitió que Fiona lo guiara suavemente de la mano para mostrarle más del extenso jardín. Pasaron por el edificio en el que había visto toda la actividad que de alguna manera estaba relacionada con la aparición del misterioso Land Rover.

"¿Qué es eso?", preguntó Tony señalando la estructura de ladrillo rojo casi sin ventanas.

"Papá hizo construir eso al mismo tiempo que la casa para poder usarlo como taller y oficina", respondió ella. "Es diseñador. Nunca vino a vivir aquí, así que nunca se ha utilizado. Solo lo usamos como almacén, luego Marie necesitaba un lugar para guardar todas sus cosas hasta que su nueva casa esté lista, así que mamá le permitió ponerlo todo allí también".

Entonces, por eso Marie seguía yendo al edificio, reflexionó Tony. Pero si ese era el caso, ¿por qué entraba y salía tanta gente? ¿Y por qué nunca hemos visto que se movieran muebles u otros artículos del hogar? Esto es muy, muy misterioso, de hecho.

Fiona le mostró al niño feminizado toda la casa y los jardines durante el resto de la tarde. A él le gustaba que lo llevaran de la mano con delicadeza y, de alguna manera, se sentía cómodo con que lo tratara como a una hermana pequeña. Aun así, se preocupaba, no debería sentirme así, ¿o sí?


viernes, 28 de marzo de 2025

Clínica Venus 13


El cliente 5598 fue uno de los casos más complejos que han pasado por Clínica Venus. Desde el primer día, todo en él gritaba resistencia. Rechazaba los espejos. Rechazaba los vestidos. Rechazaba llamarse por su nuevo nombre. Incluso rechazaba nuestra ayuda.

—Esto es temporal —decía con frialdad—. No me pienso quedar así.

Durante semanas evitó a las otras chicas. Se vestía como podía. Prefería quedarse encerrada en su habitación antes que salir a las clases de pasarela o a las cenas de integración. No soportaba que la trataran como mujer.

Pero algo cambió una tarde, frente al espejo de cuerpo entero que alguien había dejado en el pasillo. Iba de paso, envuelta en una bata. El cabello mojado. La piel aún tibia por la ducha. Fue una mirada fugaz… y se quedó paralizada.

Por primera vez, se miró sin rabia. Se tocó el rostro con suavidad. Las curvas de sus caderas, el contorno nuevo de sus labios, la silueta elegante y suave que tanto había negado.

Y suspiró.

No dijo nada ese día. Pero a la mañana siguiente bajó a desayunar maquillada. Unos labios color vino, delineado perfecto, y un suéter ceñido que dejaba claro que el cambio no había sido solo físico.

Hoy 5598 se llama Isabella.

Isabella aún conserva algo rebelde en su forma de mirar, de hablar, de caminar. Pero ahora lo mezcla con una femineidad afilada, provocadora. Le gusta coquetear con el chef en las cenas. Le gusta que la inviten a salir. Le gusta, sobre todo, que la deseen.



La semana pasada vino a la clínica tomada de la mano de un hombre mayor, elegante, que no dejaba de tocarle la cintura. Ella solo nos guiñó un ojo.

—Al final, ustedes tenían razón —nos dijo—. Ser mujer… no está nada mal.

Otra historia de éxito en Clínica Venus.

jueves, 27 de marzo de 2025

Era el único hijo varón de mi familia

 


Quizá una de las cosas más difíciles de haberme convertido en mujer es que mi familia crio a un hombre y les ha costado mucho adaptarse a mi nuevo yo. Fui el único hijo varón de mi familia y desde que fui engañado para tomar esa píldora rosa pasaron muchas cosas... ahora me maquillo, me pinto las uñas, uso toallas femeninas y, últimamente, me gusta mucho que me traten como mujer...



Para mi mamá fue un poco más fácil, me confesó que siempre quiso tener una hija y está feliz con mi nuevo yo. Para mi papá es difícil conciliar la idea de que su único hijo varón ahora es otra de sus hijas. No sé como reaccionará si se entera de que llevo meses saliendo con un hombre...



Es el chico de mi oficina, desde esa primer cita que les conté hubo mucha química y hemos salido prácticamente todas las semanas desde entonces...

A él le encanta que use faldas en nuestras citas, dice que mis piernas son hermosas y que sería un pecado no presumirlas, además le encanta cogerme subiéndome la falda y haciendo a un lado la tanguita... la primera vez que lo hizo me sentí muy humillada pero ahora me encanta sentirme dominada y segura...




Él ya me presentó a sus papás dice que espera conocer a los míos para pedirme matrimonio, frente a ellos, y que sea su esposa. Estoy encantada de ser su novia y me encantaría ser su esposa, tener una familia y ser mamá... pero no sé como lo vayan a tomar mis papás. Espero volver a escribirles pronto.


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Esta caption es parte de una serie:

Parte 1: La oportunidad de probar uno

Parte 2: Antes solía odiarla

Parte 3: Preparandome para mi primera cita

Parte 4: Era el único varón de mi familia




martes, 25 de marzo de 2025

Los hechos de la vida (16)



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Este capítulo es bastante más explicito que los anteriores. Se recomienda discreción.

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Capítulo 16: Los hechos de la Vida.

Los días pasaron rápido y el verano terminó. Mamá estaba de buen humor. Y, Dave y yo nos llevábamos bien. Todo iba genial, excepto una cosa. ¡Yo todavía estaba usando ropa de niña!

Un día, sucedió algo aterrador.

Mamá llegó temprano a casa del trabajo con uno de sus "dolores de cabeza insoportables" y fue directamente a la cama. Con todas mis tareas hechas, me puse a divagar. Dave estaba jugando con sus amigos en la casa, así que no podía ver la televisión ni bajar a la planta baja. Aburrido, me dirigí a mi habitación y me senté frente al tocador y me retoqué el maquillaje. 

Cogí una de las revistas que me habían asignado para estudiar; todo sobre las última moda para la vuelta al colegio. Más tarde, mamá me llamó a su habitación. La encontré tumbada en la cama en camisón y con un paño sobre la cabeza.

—Cariño, toma esta lista. Quiero que vayas a la farmacia. No me siento bien, tendrás que arreglártelas solo. Hay una receta. Dile a Rita que la cargue a nuestra cuenta.

Me aterrorizaba salir como "Pamela". Vestido con ese horrible vestido naranja y tacones negros, con el pelo recogido.

Miré a mi madre acostada y se me ocurrió. —Mamá, me encantaría ir, pero... también me siento enfermo. Tal vez tengo lo mismo que tú.

—¿Quién ha oído hablar de un niño que tenga el período...? —Mi madre me miró—. Tal vez sí tengas lo mismo que yo. ¿Te duele la barriga?

Siguiendo mi mentira, asentí.

La sonrisa comprensiva se convirtió en preocupación. Mamá puso su mano en mi frente y luego en mi vientre. 

—¿Cuándo fue la última vez que fuiste al baño, cariño?

Me encogí de hombros. — Hace un día o dos. 

—No habrás estado comiendo chatarra ¿verdad? —Negué con la cabeza y la miré con inocencia. Ella me apretó la barriga—. ¿Te duele?

Hice pucheros y asentí. ¡Cualquier cosa para no salir con ese estúpido vestido!

—Hmmm... Ve a mi baño y siéntate, a ver si puedes hacer.

Me llevó cinco minutos bajarme la faja y cuando lo hice, apareció mamá, bebiendo una taza de café y tomando una aspirina. Me sentí cohibido sentado allí con el vestido subido y la ropa interior enredada en las rodillas. Fingí que intentaba hacer, pero no pude; incluso si pudiera, no lo haría delante de mi madre.

Después de sentarme y escuchar a mi madre sermonearme sobre cómo comer bien y cuidar mi cuerpo, admití que no podía ir al baño. 

Mamá me frotó la frente con cariño. "Pobrecita. Sé exactamente cómo te sientes. Es tu período. ¿Por qué no te desvistes y te preparo un baño? El agua tibia te ayudará. ".

Tuve que luchar para no sonreír. No solo no tenía que ir a la tienda con mi ropa de niña, ¡sino que también me iba a quitar esa horrible faja!

Me tomó unos minutos sacarme todo, cuando regresé al baño de mi madre,  ya había llenado la bañera. La habitación estaba húmeda y olía a perfume y jabón. Observé con curiosidad cómo mamá comenzaba a colocar algunas cosas en la encimera. Arrugué la nariz cuando vi una gran bolsa de goma roja con una manguera de aspecto extraño; una boquilla larga y acanalada y con todo tipo de agujeros, como una especie de rociador de agua, estaba pegada en el extremo de la manguera. También había una pera de goma de forma extraña con una versión más pequeña de la boquilla de aspecto extraño. Lo más alarmante era el gran frasco de vaselina y un termómetro de vidrio.

De repente me alegré de haberme puesto esa ridícula bata. Me até bien el cinturón. 

Mi madre me tocó el hombro y sonrió. Me sorprendió verla deslizar sus manos dentro de un par de guantes de goma. 

"Antes de que te bañes, quiero que te inclines sobre el lavabo". Sin estar seguro, me acerqué y puse mis manos en el borde de la encimera. Me dio un pellizco en el trasero. "No, tonta, me refiero a que te inclines del todo".

Me invadió una extraña sensación. Hice lo que me dijo, apoyé los brazos en la encimera y bajé la cabeza como si fuera a echarme una siesta. Mamá cogió una toalla y la colocó debajo de mi cabeza. Entonces sentí que el dobladillo de mi bata se levantaba y dejaba al descubierto mi trasero. 

"Ahora intenta quedarte quieta, cariño. Esto puede hacer cosquillas".

¡Lo siguiente que supe fue que una mano firme me separó las mejillas! ¡Era la sensación más horrible que había tenido en toda mi vida!

Oí que mamá quitaba la tapa de un frasco... y luego casi me golpeo la cabeza contra la pared cuando un dedo frío y resbaladizo humecto ese punto entre mis mejillas, luego lo esparció por todas partes... y luego presionó hacia adentro.

Jadeé en busca de aire. "Oooooh, mamá... Por favor, esto no..."

"Quédate quieta", me advirtió. "Estoy comprobando si estás obstruida. Hacemos esto todo el tiempo en la clínica. Algunos de nuestros pacientes lo disfrutan".

¿Disfrutarlo? Empecé a ponerme de pie, pero un fuerte golpe en mi trasero desnudo me recordó quién estaba al mando. Me retorcí y gemí mientras mi madre exploraba mi trasero con una minuciosidad que me dejó atónito.

"Definitivamente estás obstruida", dijo. Estábamos esperando a que el termómetro en mi trasero se calentara. "Pero no te preocupes. Te sentirás mejor en poco tiempo".

Sentí que todo mi cuerpo temblaba cuando me sacó el termómetro del trasero. Mi temperatura era normal, pero eso no significaba que no estuviera enfermo, dijo mamá.

"Esto es algo que teníamos que hacer. 'Pamela' cumplirá catorce años pronto, y todas las niñas de esa edad tienen que aprender a cuidar su intimidad. No te preocupes. Puede que te parezca un poco incómodo pero te sentirás mucho mejor. ¡Hasta podría ser divertido!".

Negué con la cabeza. "¡Lo odio! ¡Duele y lo odio!"

"No puedes engañarme". Mamá sonrió y señaló mi entrepierna... ¡tenía una erección!

"Me parece que al menos una parte de ti lo está disfrutando", dijo mamá. 

Con mis brazos todavía apoyados en la encimera, giré la cabeza y observé cómo mi madre llenaba el fregadero con agua caliente con jabón. Me quedé asombrado cuando tomó la pera de goma rosa, sumergió la boquilla en el agua y la apretó. Después de llenar la pera, tomó un dedo enguantado de goma y lo mojó en vaselina. Mientras untaba la vaselina en la boquilla, de repente comprendí lo que estaba por suceder.

“Esto se llama ducha vaginal”, explicó mamá. “Las mujeres y las niñas lo hacemos para mantener limpias nuestras vaginas. Tú no tienes vagina, pero podemos fingir que si. Te sorprendería lo que cabe en ese pequeño orificio tuyo”.

Mi trasero se abrió una vez más y sentí algo duro y resbaladizo que sondeaba ese lugar. Me esforcé por no dejar que la boquilla entrara en mí, pero era demasiado resbaladiza y mi madre fue rápida; la deslizó como una experta. Casi se me salieron los ojos cuando la boquilla larga y curva se deslizó dentro de mi. Me sorprendió sentir el agua tibia y jabonosa llenando mis intestinos y comencé a llorar.

Para mi horror, mamá repitió este proceso varias veces. Todo lo que sabía era que ella seguía deslizando la boquilla dentro y fuera de mi trasero. Para complicar aún más las cosas, mi erección hormigueaba como si un cable eléctrico la hubiera tocado. Todo eso me estaba excitando, a pesar del miedo que sentía.

Finalmente, mamá se detuvo y dijo que eso debería ser suficiente. Insistió en que descansara unos minutos para dejar que la ducha hiciera su trabajo. Mientras luchaba por retener el agua, observé con terrible curiosidad cómo llenaba esa enorme bolsa de goma roja con más solución jabonosa caliente y la colgaba del toallero.

Por fin me permitió sentarme en el inodoro y hacer mis necesidades. Fue indigno y horrible, pero estaba feliz de hacerlo, agradecido de que la presión en mi trasero se estuviera aliviando.

"¿Crees que puedes hacer esto sola, cariño?" Mamá me entregó la pera de goma y sonrió. La sostuve como si estuviera tocando una serpiente venenosa.

Me sonrojé y negué con la cabeza. Pensé en cómo me hacía ponerme mi propio lápiz labial y esmalte de uñas. No le satisfacía hacerme cosas; quería que las hiciera yo mismo.

—No... creo que no. No... no puedo.

—Claro que sí. Las chicas de tu edad lo hacen todo el tiempo. De todos modos, sabrás cómo hacer todo esto antes de salir de este baño hoy.—Me dedicó una sonrisa—. Pero eres tú quien tiene que hacerlo después de hoy. 

No hace falta decir que no habíamos terminado. Mientras yo terminaba de ir al baño, había una toalla extendida en el suelo. Me indico que me arrodillara sobre ella mientras mamá se colocaba sobre la tapa peluda del inodoro. 

"La ducha vaginal era para empezar. Ahora te voy a aplicar un enema. Esto te limpiará y te hará sentir mucho mejor. Cuando termine contigo, quedarás completamente limpia, por dentro y por fuera".




Me quejé, supliqué y gimoteé, pero no sirvió de nada. La pequeña almohada de toalla que había estado usando se colocó delante de mí. Me dijeron que me arrodillara boca abajo sobre ella y levantara mi trasero desnudo en el aire. Mamá hundió su dedo resbaladizo entre mis mejillas, dejándome sin aliento. Su dedo era fuerte mientras sondeaba mi vergüenza. Sentí que mi erección respondía a su toque y traté de pensar en otra cosa. Algo feo, aburrido... No funcionó. El dedo intrusivo se abrió camino profundamente dentro de mí y presionó con fuerza en un punto secreto y sensible. Pensé que me iba a desmayar cuando mi pene soltó su carga, dejando un desastre de color perla en el piso. La presión se mantuvo hasta que quedé vacío, y me encontré temblando de agotamiento... y vergüenza.

"M-mamá... lo... lo siento". Me costó recuperar el aliento. 

Miré hacia arriba y vi a mi madre sacudir la cabeza. "Es curioso cómo a esas cositas les gusta que las toquen por detrás de esa manera. Supongo que Dios tiene sentido del humor. Por eso puse esa toalla ahí. Los chicos pueden ser muy sucios cuando los penetran".

¿Ha hecho esto antes? Me pregunté a cuántos otros chicos habría tocado así, pero antes de que pudiera ir demasiado lejos sentí la nueva boquilla presionando contra mi trasero desnudo. Largo, grueso y con una curva alarmante, ese monstruo de marfil estriado era considerablemente más grande que el primero, abriéndome y deslizándome como si fuera un ser vivo. Una ola de placer inesperado recorrió mi cuerpo, provocándome un pánico espantoso. Temblaba de miedo cuando se abrió la pequeña válvula y sentí la primera ráfaga de agua caliente y jabón llenando mis intestinos.

Para resumir, quedé completamente agotado cuando terminó conmigo. ¡En sentido figurado y literal! Después de lavarme repetidamente, mi madre hizo exactamente lo que prometió; no hubo una parte de mi cuerpo, ¡por dentro o por fuera!, que no hubiera sido pinchada, sondeada, lavada, restregada, enjuagada y pulida a la perfección. Más allá de eso, fiel a su palabra, mamá me hizo practicar un par de veces con la pequeña pera de ducha, todo el proceso, desde mezclar la solución jabonosa hasta inyectarla en mi trasero y limpiar después. Todo el proceso parecía feo y desagradable, pero ella insistió en que lo hiciera. Lo peor fue que ¡mi pene comenzó a hormiguear de nuevo!

"Quiero que hagas esto todas las mañanas durante los próximos días. El período de una niña suele durar unos cinco días. Si lo haces, te sentirás mucho mejor. Estaré pendiente de ti, así que no intentes saltártelo".

—Pero... ¡es repugnante! —dije, con los ojos ardiendo de frustración. Pensé en la sensación de tener algo largo y delgado moviéndose dentro de mí de esa manera. No me atreví a decir que tenía miedo de que me gustara... —¡Lo odio!

Mamá sonrió. —Lo sé, cariño, pero tienes que hacerlo. He estado tratando de decírtelo todo el tiempo. Ser una niña implica mucho más de lo que crees. Los niños piensan que las niñas son todas tan bonitas y frágiles y todo eso. Creen que ser una niña significa ser una pequeña indefensa. Bueno, déjame decirte que nosotras, las niñas, tenemos que hacer muchas cosas que asustarían a la mayoría de los hombres.

¡¿No lo sabía yo?!

Después de bañarme, mamá me hizo sentar en el borde de su cama y me abrazó como si fuera su bebé. Mientras yo gemía y hacía pucheros, ella sacó un par de botellas de loción, vertió una generosa cantidad de cada una en sus manos y esparció la mezcla por todo mi cuerpo desnudo. Después de todo lo que había pasado, me resultaba difícil ofrecer resistencia. 

"Mamá... por favor, no..." era el límite de mi indignación. Mi madre simplemente sonrió y continuó con el ritual, pasando de la loción al talco. Me sentí muy raro, todo pegajoso por la loción y el polvo fragante haciéndome cosquillas en la nariz. Cuando terminó, yo temblaba y apestaba a un olor que borraba el último vestigio de mi masculinidad.

Untado con loción y talco para bebés y sintiéndome completamente miserable, me acosté junto a mi madre y lloré en silencio. Ella me frotó la barriga vacía, me consoló y me dijo lo feliz que estaba. Me informó que acababa de dar mis primeros pasos reales para ser mujer y que lo había logrado con gran éxito. Qué maravilloso, pensé sarcásticamente. ¿Qué sigue? ¿Cambiar mi certificado de nacimiento?


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FIN DEL CAPÍTULO
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domingo, 23 de marzo de 2025

Misterio en la playa (Parte 3)


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Capítulo 3: El engaño revelado

Los siguientes días parecieron pasar lentamente para Tony. Las únicas veces que veía a su amada Fiona (cómo le encantaba decir su nombre, aunque fuera para sí mismo) se limitaban a ocasionales atisbos lejanos cuando caminaba por las dunas. Quería estar cerca de ella y estaba seguro de que podría hacerla su amiga y que su madre lo perdonaría por invadir su jardín.

Finalmente llegó el sábado y los dos primos se despidieron de la tía Mary. Se había decidido que no irían a la casa de Fiona con mucho equipaje porque su propia casa estaba tan cerca que podrían volver fácilmente a buscar algunas cosas que necesitaban. La tía Mary había sugerido que llevaran solo su ropa de dormir y dos o tres cambios de ropa como máximo.

Los dos primos regresaron a la casa después de despedirse con la mano, listos para su breve caminata con sus bolsos de noche. Tony recogió la bolsa de viaje que contenía sus pertenencias para su estadía y le indicó a Shirley que hiciera lo mismo. Estaba ansioso por ir a ver a Fiona.

"Espera un momento, primero tendrás que cambiarte", dijo Shirley.

Miró la camisa y los pantalones que llevaba puestos con expresión perpleja. "¿Por qué debería cambiarme? Mi ropa parece perfectamente aceptable, ¿no?"

—Aceptable para un niño, sin duda —respondió ella, sonriendo de oreja a oreja—. Pero definitivamente no es aceptable para una niña.

—¡¿Niña?! ¿Qué quieres decir con niña? —Al principio le estaba gritando, pero luego su voz se fue apagando cuando se dio cuenta de lo que estaba diciendo—. Oh, no... Shirley, no... no querrás decir... dime que no..

—¿Cómo crees que logré resolver las cosas tan fácilmente? —preguntó con una alegre mirada de triunfo en sus ojos—. No había forma de que te aceptaran para quedarte bajo su techo después de que te habían ordenado que salieras de su jardín. Te reconocerían de inmediato, así que les dije que eras mi prima menor para evitar problemas. Vamos, tienes que cambiarte de vestido. Menos mal que tu nueva permanente se ha mostrado tan reacia a desaparecer.

—Pero no puedo, no lo haré, yo... —las palabras simplemente no se formaban. —¿Y qué pasa con Fiona y su madre? ¡Me vieron en su jardín! ¿No sabrán quién soy cuando me vuelvan a ver? ¿Aunque lleve vestido?

—Oh, lo dudo mucho. Antonia no se parece en nada a ese pequeño vagabundo que ha estado rondando la playa últimamente. Todo lo que verán la señora Young y su niñita es a una dulce señorita que ni siquiera parece tener un par de pantalones. —Shirley esbozó una de sus famosas sonrisas traviesas—. Confía en mí.

Tony sintió que se ponía rojo como un tomate desde la cabeza hasta la punta de los pies. No solo estaba avergonzado, sino que estaba enojado por la forma en que su prima sonriente lo había engañado. Todo lo que podía hacer era quedarse allí tratando de averiguar qué se suponía que debía hacer.

Su problema era bastante complejo. Si se negaba a ir a quedarse en casa de Fiona, Shirley tendría que ponerse en contacto con su madre y hacer arreglos para que la siguiera a Londres. Si iba como estaba, le negarían la entrada de inmediato y, probablemente, también a Shirley. No veía salida, ¡lo habían engañado como era debido! Simplemente tendría que ir y quedarse con la amada Fiona haciéndose pasar por -¡uf! - una niña. ¡Esa no era forma de comenzar una amistad entre un chico y una chica! Al final, todo lo que podía hacer era seguir a su prima mientras ella lo guiaba de la mano hasta su habitación para comenzar su transformación.

"¿Cuántos de tus vestidos que ya no te quedan tiene tu madre?" —dijo Tony después de que Shirley supervisara su transformación en Toni a su entera satisfacción. Llevaba un vestido blanco con lunares amarillos, ribeteado con encaje. Debajo llevaba una enagua muy elegante y unas bragas de encaje a juego, y también unos zapatitos amarillos con hebillas y calcetines blancos hasta la rodilla. Shirley había añadido una cinta amarilla a su peinado rejuvenecido y admiraba su obra. Con todo ese material amarillo y los adornos con volantes, se sentía como un periquito gigante.

—Oh, un montón de cosas —respondió ella—. Como te dije, ella nunca tira nada.

Él no estaba seguro acerca de la enagua de red que ella había insistido en que usara debajo de la falda corta acampanada. Esto, junto con las cintas para el cabello, lo hacía parecer aún más joven que nunca. Las enaguas reducían aún más el largo de su falda y la hacían resaltar. En secreto, estaba encantado con su transformación cuando se miró en el espejo, pero el niño dentro de él se sintió obligado a hacer algún tipo de protesta.

—Te dije que no era lo suficientemente larga y esta estúpida enagua la hace aún más corta. ¡Seguro que la gente ve mi trasero!

—¡Oh, tonterías! ¿Y a quién le importa si lo ven? Te ves realmente lindo así. Es el disfraz perfecto, porque nadie sospechará nunca que eres un niño con ese atuendo. Ahora quédate quieto.

Luego le aplicó solo un toque de lápiz labial rosa en la boca y luego trabajó en sus pestañas con un cepillo de rímel.

—No quiero que se note que llevas maquillaje —explicó—. Esto solo enfatiza tus rasgos naturales de niña. —Luego lo puso a trabajar en pintarse las uñas con esmalte rosa, y lo hizo de manera bastante encomiable... —Para ser un niño —bromeó su primo. Una rociada de perfume completó la transformación.

Al mirarse en el espejo, el pequeño con enaguas vio que Tony había desaparecido y que en su lugar estaba "Antonia" en todo su esplendor brillante y colorido. Por mucho que odiara admitirlo, tal vez su primo tenía razón; tal vez Fiona e inclusxsu madre no lo reconocerían después de todo.

—¿Te gusta lo que ves? —preguntó Shirley.

Al despertar de su ensoñación, Tony se sonrojó y asintió levemente. Finalmente se estaba dando cuenta de que iba a estar atrapado en faldas durante toda la semana siguiente. No sólo eso, sino que Fiona iba a pensar que era una niña y que, vestido como estaba, no sabía cómo podría decirle la verdad. Mientras el niño con enaguas seguía a su regodeante prima escaleras abajo, el leve crujido de sus faldas lo hizo sentir un poco mejor. Sí, disfrutaba en secreto de la simulación y la sensación casi sensual de los vestidos y las faldas, pero nunca le daría a Shirley la satisfacción de admitirlo. El principal problema en su mente era pensar en la facilidad con la que ella lo había llevado a esta trampa.

"Ven, pequeña preciosidad. Será mejor que nos vayamos porque nos esperan para el almuerzo". Shirley alisó juguetonamente un pliegue imaginario en su falda.

"Tendré que volver a hacer la maleta", dijo, mirando con tristeza su equipaje.

—Oh, no te preocupes, eso lo hice anoche. —Le sonrió tímidamente.

—Quieres decir... —No era la primera vez ese día que Tony se sentía enojado por la forma en que lo habían engañado—. Supongo que incluso habrás empacado esa maldita muñeca. —Su enojo no era del todo convincente.

"Por supuesto", respondió ella. Shirley sabía que, aunque él estaba molesto con ella, también se estaba divirtiendo y esa pequeña información hizo que todo fuera aún más divertido para ella. "Toda niña lleva consigo a su mejor muñeca a donde quiera que vaya. Recuerda, no queremos que sepan quién eres realmente, ¿verdad?".

Antes de que las dos "niñas" emprendieran el corto paseo hacia la casa de los Young, Shirley notó un añadido sutil, pero significativo, al conjunto de su primo. Allí, alrededor de su cuello para que todo el mundo lo viera, estaba esa delicada cadena de oro con el pequeño colgante de hada. ¡Como si las cintas para el pelo, el lápiz labial y el esmalte de uñas no fueran suficientes! Empezó a burlarse de él por su añadido, pero luego decidió no hacerlo; eso era lo único que vinculaba al niño con la niña, decidió. Y, como tal, su vínculo con ella necesitaba espacio -y tiempo- para crecer.

Tan pronto como estuvo expuesto al mundo exterior, Tony volvió a experimentar esa sensación sensual que le infligía llevar un vestido.

"En realidad no es tan malo", se dijo a sí mismo. "¡En realidad es bastante divertido!".

Esos pensamientos aumentaron aún más sus emociones encontradas. El travesti de once años realmente no podía entender por qué a los niños no se les permitía experimentar cosas como esta; sabía que si era honesto consigo mismo, en realidad tendría que admitir que le gustaba usar vestidos. Mientras tomaba de la mano a su prima y la seguía por la pasarela, se hacía la misma pregunta una y otra vez en su mente: "¿Por qué no se les permite a los niños usar faldas?".

"Y si se supone que a los niños no les debe gustar este tipo de cosas", reflexionó, "entonces ¿por qué a mí sí?".

miércoles, 19 de marzo de 2025

Misterio en la playa (Parte 2)


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La casa junto a la playa

La tarde siguiente Tony se encontraba nuevamente en la playa, esta vez vestido como un niño; había dejado a Shirley y a su madre ocupadas en la cocina, así que pasó el tiempo paseando contento por la orilla del mar. Al regresar, al no ver a nadie, se arriesgó tomando el atajo que cruzaba el jardín de la casa grande. Al entrar por la misma puerta en la que se había detenido el Land Rover la noche anterior, se mantuvo fuera de la vista de la casa caminando entre los arbustos bien cuidados que cubrían un lado del extenso jardín. De repente, mientras rodeaba un arbusto particularmente grande, se encontró con la figura de una niña de aproximadamente su edad, o tal vez un poquito mayor. Ella se sobresaltó cuando él apareció, pero él no pudo decir nada porque estaba paralizado por esta visión de belleza. Llevaba un vestido bonito y caro de color azul pálido y blanco combinado con sandalias de color azul pálido y calcetines blancos hasta el tobillo. Tenía el cabello rubio, que caía en cascada hasta sus hombros, pero su característica más llamativa era un par de enormes ojos azules, que parecían esconder algo misterioso. ¡Era obviamente la chica que había visto desde lejos el día anterior y en ese instante Tony estaba enamorado otra vez! ¡Al menos esta vez la niña tenía la edad adecuada!

"¿Qué estás haciendo aquí?" La dulce voz de la niña rompió el silencio. Si estaba molesta por su presencia, no lo demostró. Ella simplemente sonrió inocentemente y le dio una mirada intensa con esos ojos gloriosos.

"Lo siento, no pensé que te importaría si tomaba un atajo a casa porque voy tarde". Se retorció un poco, sintiéndose tan desaliñado con sus jeans azules descoloridos y su camiseta, además de la inevitable gorra de béisbol.

Estaba a punto de responder pero fue interrumpida por la aparición de otra figura. Obviamente se trataba de su madre, ya que no era la mujer que había visto el día anterior con el Land Rover.

"¿Quién eres? ¿Y qué crees que estás haciendo aquí?" La mujer parecía bastante agradable, pero obviamente estaba muy molesta por su intrusión.

Tony balbuceó una disculpa y una respuesta, pero esto pareció empeorar las cosas.

"Bueno, ¡no permitiré que ningún pilluelo sucio entre a mi propiedad sin invitación! ¡Especialmente niños desagradables! Será mejor que te esfumes y no vuelvas nunca más aquí".

La mujer intentó parecer feroz pero no pudo lograrlo; Tenía los mismos ojos azules que su hija, sólo que sin el profundo misterio.

Tony detectó una mirada de disculpa en los ojos de la chica mientras abandonaba rápidamente la escena; ¿Quizás ella quería que él se quedara? Sin embargo, una vez que estuvo a salvo en el carril, se dio cuenta de que tenía cosas más importantes de qué preocuparse.

"Si descubre que soy pariente de Shirley, acabará con su trabajo de estampilla", murmuró para sí mismo. "Será mejor que me asegure de que no nos conecten".

Shirley y su madre se rieron cuando él les contó su descubrimiento en el jardín, pero su prima estaba un poco preocupada de que lo relacionaran con ella y pusiera así en peligro su trabajo. Su madre le aseguró que no había ningún motivo para que la señora de la casa los conectara así que no había necesidad de preocuparse.

Sin embargo, no podía sacarse a la chica de su mente, así que más tarde esa noche se encontró de nuevo en las dunas. Esta vez no quería mirar el mar, pero quería desesperadamente vislumbrar a la chica de sus sueños. Ocupó una posición ventajosa en lo alto de una gran duna, desde la que se dominaba su jardín; esto tenía la ventaja adicional de hacerlo invisible desde la casa. Lo era, ya que él sería el primero en admitir una esperanza desesperada, pero tenía muchas ganas de verla de nuevo.

Estaba a punto de empezar a oscurecer así que estaba a punto de irse cuando escuchó el sonido del Land Rover nuevamente. La escena que siguió fue similar a la del día anterior sólo que esta vez cinco figuras emergieron de la parte trasera del vehículo. Los condujeron de nuevo a la dependencia, guiados por el ama de llaves, que gesticulaba salvajemente.

"¿Qué está pasando allí?" murmuró Tony para sí mismo. Luego, encogiéndose de hombros, regresó a la casa de su tía.

Al día siguiente, durante el almuerzo, la tía Mary hizo un anuncio. "Lo siento si tengo que molestarlos a ustedes dos, pero tengo algunos asuntos urgentes que atender en Londres. No puedo dejarlos solos, así que ambos tendrán que pasar la próxima semana conmigo. Lo sé. Puede que sea un poco aburrido para ambos, pero hay pocas alternativas ya que mi negocio no puede esperar".

"¡Pero mamá!" dijo Shirley, "¡Se supone que estaré trabajando en los sellos toda la próxima semana! No puedo cambiarlo porque desaparecerán durante las dos semanas siguientes".

"Bueno, lo siento, pero ¿qué alternativa hay? Ve a ver a la señora. Estoy seguro de que ella entenderá si le cuentas lo que pasó. Tal vez puedas hacerlo cuando regresen, incluso si continúas". Los sábados cuando vuelves a la escuela."

Shirley no estaba nada contenta con la perspectiva de perder el dinero que le habían prometido por el trabajo. También tenía muchas ganas de ver las diferentes estampillas. Se fue hacia la casa para ver si podía arreglar algo, todavía quejándose.

Más tarde ese día, Tony estaba ayudando a su tía a mover algunos muebles cuando Shirley entró irrumpiendo.

"Lo he solucionado", dijo sin aliento, "la señora, la señora Young, dijo que podemos quedarnos allí durante la semana. Dijo que tienen mucho espacio y que Tony puede jugar con su hija, Fiona, mientras yo continúe trabajando en los sellos. Eso significa que no tendrá que preocuparse por nosotros cuando te vayas a Londres. Este último comentario estaba dirigido a su madre.

"Bueno, eso ciertamente evitará muchas molestias", respondió la tía Mary. "Pero recuerden, ambos deben comportarse lo mejor posible".

"Pero no puedo ir", dijo Tony. "Ella ya me dijo que no soy bienvenido allí cuando me encontró atravesando su jardín el otro día. Seguramente me reconocerá".

"No te preocupes por eso, lo solucioné todo. Le expliqué todo sobre ti y ella está deseando verte", dijo Shirley. "Dijo que sería bueno para Fiona tener a alguien de su edad que la visitara, ya que tiende a sentirse sola".

Tony descartó la mirada de satisfacción en el rostro de su primo porque tenía muchas ganas de poder volver a ver a su nuevo amor. ¡No sólo eso, sino que se quedaría en la misma casa que ella! Fiona… ¡qué gran nombre! Se sentía en la cima del mundo ya que esta vez estaría cerca de la chica de la que estaba enamorado. Y lo mejor de todo es que, a diferencia de su fijación con Anthea, ¡ella tenía la edad adecuada para andar con él!

sábado, 15 de marzo de 2025

Disciplina del lápiz labial (Parte 15)

 



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Capítulo 15: Juegos Secretos.

Tengo una confesión que hacer. Mientras leía la revista "Seventeen" hubo un artículo que me llamó la atención. Se trataba de cómo practicar los besos. Cuando lo leí por primera vez me sentí fascinado... por no decir excitado más allá de lo imaginable.

El artículo hablaba de las diferentes formas en que los chicos y las chicas se besan. Y cómo comportarte cuando se presentaba la oportunidad de besar al chico de tus sueños. 

No me sentí para nada cómodo con toda esa charla sobre besar chicos, pero besar chicas era otra cosa. Me sentí atraído por las imágenes de labios rojos y rosados ​​uniéndose y por los pequeños detalles como inclinar la cabeza para no chocar las narices y qué hacer si tu pareja abre la boca.

Tienes que entender que nunca se me había ocurrido que pudieras abrir la boca cuando besabas a una chica. Mi imaginación intentó crear esa sensación en mi mente, ¡y mi vida tuvo un propósito!

La parte que me llamó la atención fue cómo practicar los besos. Sí, así es... ¡Había un breve tutorial sobre cómo practicar los besos!

Simplemente tenías que buscar un espejo y  acercar tu cara a él, luego tenías que mirarte a los ojos como mirarías a tu novio y fingir que lo escuchabas hablarte dulcemente. Y luego tenías que acercarte al espejo, como si los dos estuvieran juntos. Cuando tu nariz tocara el cristal, inclinarías la cabeza ligeramente, presionando los labios contra el cristal... ¡y le dabas un beso!

Estaba trabajando en mi ensayo y comencé a pensar en ello. Definitivamente estaba interesado en besar a una chica. Miré el vestido de lunares que llevaba y me di cuenta que yo parecía una chica...

Subí corriendo las escaleras tan rápido como pude con mis tacones hasta el espejo del baño. ¡Dios mío!, pensé. ¡Lo que vi fue asombroso!

Aunque me había visto en el espejo incontables veces antes, mientras me maquillaba nunca me había visto así. Los ojos azules, las largas pestañas y los labios rojos, enmarcados por un flequillo... de repente mi reflejo se convirtió en una fuente de excitación... y placer.


No lo podía creer. Estaba duro como piedra debajo de mis bragas. Estaba más excitado que nunca. Y era doloroso, oprimido bajo toda esa licra. La necesidad de masturbarme era abrumadora.

No creerías cuánto quería hacerlo. Pero tenía miedo. Si mamá siquiera sospechara que me estaba masturbando otra vez... ¡no había forma de saber lo que me haría!

No tuve que hacer hacerlo, mientras besaba mi reflejo en el espejo, presione mis caderas contra la encimera, lo que ejercía presión sobre mi erección cubierta de satén. La sensación resultante, combinada con la fantasía de besar a una hermosa chica, ¡era suficiente para hacerme temblar por completo!

Para resumir, durante esa primera semana después de mi descubrimiento, debo haber pasado una hora al día en el baño, mirando a la adorable criatura frente a mí y admirando su comportamiento tímido y encantador. Choqué mi nariz con ella, miré profundamente sus ojos entrecerrados... y besé suavemente sus labios rubí. Su aliento era fresco y dulce y el sabor de su lápiz labial era pegajoso y dulce, lo que me hizo retorcerme mientras presionaba mis caderas contra la encimera hasta que me desmayé de placer. Después vi cómo nos separamos; su cara roja de vergüenza y una sonrisa tímida hicieron que sus labios se separaran, revelando una hilera de dientes manchados de lápiz labial. Tan delicada, tan tímida, tan femenina... tan sexy...

Antes de que mamá volviera a casa, limpiaba el desastre que había hecho (¡tanto en el espejo como en mis bragas!) y reflexionaba sobre mi pequeño juego. La mayoría de las veces me excitaba de nuevo y, muy pronto, sostenía mi erección en mis manos, miraba mi reflejo y me masturbaba hasta quedar exhausto y dolorido.

Bueno, una vez que se abrieron las compuertas (por así decirlo), volví a mis viejos hábitos. Solo que esta vez no me masturbaba solo una vez al día; era más bien dos o tres veces al día, dependiendo de las tareas que me asignaran. Y, por supuesto, la ropa.

Sé que todo esto suena asqueroso, pero si alguna vez fuiste un adolescente, entonces sabes lo difícil que puede ser lidiar con algo como la masturbación.  Como enfermera y madre de dos niños, mi madre lo sabía. Ahora, súmale a eso algo tan excitante como la ropa femenina, especialmente la ropa interior femenina, ¡y tienes la receta para un caos total y absoluto! No sé qué era, pero en algún punto entre el lápiz labial, las bragas y el perfume, me encontraba en un estado de excitación constante. Antes, el mero hecho de pensar en una chica con un vestido bonito o ver su ropa interior me bastaba para ir al baño durante media hora; pero ahora la sensación de ponerme un vestido y unas bragas casi me provocaba un infarto.

En retrospectiva, creo que mi mamá sabía perfectamente lo que estaba haciendo, pero eligió no decir nada. 

Al final, por supuesto, mi pequeño hábito resultó ser mi perdición, lo que me llevó a quedar aún más atrapado en las garras de mi madre... y en mi nueva forma de vida.


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FIN DEL CAPÍTULO
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martes, 11 de marzo de 2025

Misterio en la Playa (Parte 1)



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Capítulo 1: La playa.

Era una mañana soleada. Un niño solitario miraba el mar, parecía perdido en sus pensamientos. Vestido con jeans, suéter y gorra de béisbol, el joven dio la espalda al mar y comenzó a caminar. Tony había llegado a amar sus paseos en la playa; cerca de la casa de su tía.

Esta parte de la costa había sobrevivido al ataque del comercialismo. Los únicos edificios a la vista eran un pequeño grupo de casas y lujosas construidas detrás del de las dunas. Estas casas tenían grandes jardines, canchas de tenis y piscinas privadas.

Tony suspiró mientras se acercaba a la valla que rodeaba la casa más grande. Pudo ver las figuras de dos mujeres y una niña sentadas cerca de la puerta trasera. Usaba el jardín de esa casa como atajo para llegar a casa de su tía. Pero con personas en la casa, sería imposible hacerlo. 

De repente, la brisa le quitó la gorra de béisbol de la cabeza y la depositó sobre un pequeño matorral a varios metros de distancia. Corriendo, la recuperó  y se la puso de nuevo. Había empezado a usar la gorra cuando estaba fuera de casa para ocultar su peinado de niña. La peluquera había sido demasiado buena en su trabajo porque, a pesar de varios lavados, la permanente que le habían hecho se negaba a desaparecer. Fue su tía Mary quien le sugirió que usara la gorra para no sufrir miradas vergonzosas. 

Regresó a la casa y encontró a Shirley sola.

"¿Salió mi tía ?" preguntó.

"Sí, tuvo que ir a la ciudad y volverá hasta tarde. Pronto prepararé algo para comer". Shirley volvió a estudiar el libro que estaba leyendo.

Tony subió a su habitación y vio los dos conjuntos de 'niña' que su tía le había comprado para visitar a Anthea, colgados donde Shirley los dejó. Después de un rato escuchó a su prima llamándolo para comer.

Los dos primos comieron juntos y luego se sentaron en el patio para disfrutar del sol de la tarde.

"Veo que todavía tienes tu peinado de niña", dijo Shirley. "No sé por qué te preocupa. Realmente te queda bien, te hace lucir muy linda".

Tony se retorció ante esto. "Bueno, cuando salgo, la gente me mira raro porque piensan que soy un chico con peinado una chica".

"Bueno, si salieras con falda, la gente pensaría que eres una chica, así no tendrías que preocuparte."

"Pero soy un niño. ¡Se supone que no debo usar faldas!" Estaba empezando a enojarse un poco.

"Puede ser. Pero no puedes negar que disfrutaste ser una niña toda la semana pasada. Piensa en toda la diversión que tuvimos y cómo resolvimos el misterio que llevó al rescate de Anthea. ¿No fue genial?"

Tony se encogió de hombros. "Si, fue un poco genial."

"Bueno, deberías vestirte de niña de nuevo. Sería muy divertido".

"No sé", dijo Tony en voz baja. 

"Mamá tardará en volver. Podríamos ir a caminar juntas a la playa como hermanas".

"No creo que un vestido de fiesta sea apropiado para la playa", respondió el niño avergonzado.

"Pero tu conjunto de falda escocesa estaría bien. Y te veías tan linda con él". 

Shirley disfrutaba mucho fingiendo tener una hermana pequeña y no podía olvidar la forma en que su primo se transformaba mágicamente cuando usaba faldas. 

"¡Vamos, te desafío! Ve y póntelo. No tienes miedo, ¿verdad?" Dijo la niña. 

"¿Por qué tendría miedo? ¡Puedo hacer lo que quiera!" Contestó Tony. 

"Entonces hazlo."

Sin saber qué responder, Tony subió a su habitación y empezó a desnudarse. Después de doblar guardar su ropa de niño. Luego se puso la bata, se acercó al tocador y cogió un cepillo para el pelo. Con el más mínimo esfuerzo, su peinado de niña fue restaurado en todo su esplendor.

Abrió un cajón y sacó un pequeño joyero de terciopelo. Sonriendo a la niña en el espejo, se puso con destreza un collar alrededor de su cuello. En el hueco de su garganta descansaba la pequeña hada dorada que Anthea le había regalado.

Oh, bueno, suspiró. ¡Aquí voy de nuevo!

Tony dejó que su bata se deslizara hasta el suelo. Recordando la brevedad de la falda escocesa, seleccionó un par de bragas con encaje y se las puso. En cuestión de minutos ya estaba vestido con la blusa blanca de seda, la falda verde y el chaleco a juego. Luego, se puso unas ajustadas botas blancas, agarró su muñeca y saltó escaleras abajo para encontrar a su prima.

Shirley no estaba en el salón y bajo las escaleras poco después que su primo. Élla también había cambiado. Vestía una blusa blanca y una minifalda plisada de color azul pálido. En lugar de botas blancas largas, llevaba calcetines blancos largos con zapatos sin cordones.

"Pensé que sería lindo que nuestros outfits combinarán", dijo riéndose. "Vamos, bajemos a la playa."

Shirley lo tomó de la mano y las dos 'chicas' fueron a la playa; Estaba disfrutando de tener de regreso a su hermana pequeña.

Tony casi se sintió abrumado por la sensación sensual de la brisa fresca jugando debajo de su pequeña falda. Una vez en la arena, ambos saltaron y jugaron. Tony, en su papel de niña pequeña, no se preocupó por la cantidad de ropa interior que expuso al saltar. Sólo quería disfrutar de la ocasión. 

Después de un rato comenzaron la caminata de regreso a casa y pasaron por la casa grande que Tony usaba para sus atajos ocasionales.

"Estaré trabajando allí la próxima semana", dijo Shirley, tomando la mano de su 'hermana' pequeña.

"¿Cómo?"

"Bueno, la señora de la casa puso una tarjeta en la tienda local pidiendo ayuda para catalogar algunos sellos postales. Aparentemente se desordenaron cuando se mudaron el año pasado y ella quiere que los arreglen para poder exhibirlos. Ya sabes Colecciono estampillas y parece que ella tiene algunos ejemplares raros, por lo que debería ser interesante y me pagará por el privilegio".

"¿Cuánto tiempo te tomará?"

"Bueno, eso depende de cuánto tiempo trabajo cada día", dijo Shirley. "Probablemente alrededor de una semana, pero dijo que le gustaría que se hiciera lo más rápido posible".

Para entonces los dos primos habían pasado por delante de la casa y habían seguido por el camino arenoso que serpenteaba por los límites traseros de las nuevas casas. Acababan de tomar una curva de la vía cuando oyeron el ruido de un vehículo a motor que se acercaba. Pensando que era extraño que un coche estuviera en la playa y las dunas, ambos saltaron a un banco de arena y allí, medio ocultos por unos arbustos raquíticos, miraron en la dirección del ruido. Vieron un vehículo tipo Land Rover que venía por la playa procedente del pueblo lejano; Atravesó a toda velocidad las dunas y se detuvo ante la puerta de la casa más grande. Dos hombres salieron del frente y abrieron el portón trasero para revelar cuatro figuras más. Una señora que había salido corriendo de la casa y gesticulaba salvajemente de repente los encontró. Luego, el trío condujo a los otros cuatro a un edificio apartado de la casa principal y una vez que estuvieron dentro, la mujer, a quien Shirley había identificado como el ama de llaves, regresó a la casa. Los otros dos se alejaron a toda velocidad en la misma dirección por la que habían venido.

"Me pregunto de qué se trató todo eso." dijo Shirley.

"Sí, es muy extraño", dijo el niño con falda que estaba a su lado. "Tal vez llegan tarde a una fiesta o algo así. ¿Por qué no usaron la carretera? Debe ser más rápido que conducir por la playa".

Los dos ignoraron este extraño comportamiento y continuaron hacia casa, la brisa de la tarde se sentía fresca contra sus piernas desnudas y Tony especialmente comenzó a temblar.

Una vez de regreso en el calor de la casa, Tony se quitó las largas botas blancas y, con las piernas desnudas, se arrastró en el sofá en bragas y falda escocesa, disfrutando de la sensación que le daban. Levantó las piernas debajo de él y posó como una típica niña pequeña. Luego, casi inconscientemente, cogió la muñeca y la sentó a su lado, arreglándole el vestidito y arreglándole el pelo.

Shirley, al observar las travesuras de su 'hermana pequeña', sonrió para sí misma. "Te estás divirtiendo, ¿no? Me aseguraré de que mamá te dé uno o dos de los vestidos que usaste la semana pasada para que siempre tengas algo apropiado para usar en casa".

Tony estaba a punto de protestar ante esta afirmación, no es que ella estuviera equivocada en sus suposiciones, pero sentía que, como niño, al menos debería decir algo. Pero claro, ¿por qué debería hacerlo?

Sin embargo, no tuvo tiempo de decir nada porque Shirley continuó. "Solo espera aquí, tengo algo que mostrarte".

Con eso ella se fue y él se vio en el espejo, sentado allí exactamente como lo haría cualquier niña en circunstancias similares. También se dio cuenta de que, como muchas niñas pequeñas, estaba mostrando algunos de los volantes de sus bragas. Sonrojándose involuntariamente y con un movimiento casi natural, tiró del dobladillo de su pequeña falda escocesa para cubrir la ofensiva prenda. Esta acción hizo que comenzara a excitarse y sintió la ahora familiar sensación en la región de sus bragas. Al darse cuenta de que no había manera de disimular el pequeño bulto que se estaba formando en la parte delantera de su falda escocesa, modestamente cruzó las manos para taparlo. Lo hizo justo a tiempo porque en ese momento Shirley regresó con dos grandes álbumes de fotografías. Se sentó a su lado en el sofá y empezó a hojear las páginas del primer álbum.

"Mira esto", dijo mientras empujaba el álbum abierto hacia Tony. "Esta es la primera foto que quiero que veas. Échale un vistazo mientras encuentro más".

El pequeño niño feminizado miró la página que Shirley le indicaba. Estaba desconcertado porque lo único que podía ver era una fotografía de página completa de tres niñas con tutús de ballet rosas, todas ellas de unos once o doce años de edad. No pudo ponerle nombre a ninguno de ellos.

"Se ven muy bonitas", dijo, deseando en secreto tener la oportunidad de usar algo similar algún día. "Aunque no creo conocer a ninguna de ellas."

Mientras seguía marcando otras fotografías que quería que él viera, Shirley se volvió hacia él y sonrió. "No, probablemente no a primera vista. Pero mira la que está en el medio."

Tony miró más de cerca a la bonita bailarina en el centro del grupo. Parecía bastante nerviosa y había algo familiar en su rostro, pero él todavía no podía identificarla.

"No, no sé quién es ella".

"Bueno, entonces te daré una pista", sonrió su primo. "¿Te acuerdas de la tía Catherine?"

"Sí, ella, el tío James y el primo Barry vivían cerca de aquí", respondió. "Se fueron a vivir al extranjero el año pasado. A mí me caía bien Barry".



De repente se dio cuenta. Volvió a estudiar la fotografía y esta vez no hubo ningún error. La pequeña bailarina en el centro del trío resplandeciente con tutú rosa, zapatillas de ballet y tiara no era otra que su primo Barry.

"¿Qué hace vestido de bailarina? Al principio no lo reconocí".

"Bueno, antes de responder eso, mira esto".

Shirley señaló otra fotografía grande. Éste era de un par de niñas, una de las cuales era Shirley; el otro, vestido con un bonito vestido floral de verano y el pelo recogido con una cinta, era inconfundiblemente Barry otra vez. Parecía una chica con el vestido, pero su rostro delataba sentimientos de no estar nada contento con la situación.

"¡Es Barry otra vez! Está vestido como una niña", dijo Tony afirmando lo obvio. "¿Por qué? ¿Qué estaba pasando?"

¡Tony no podía creer lo que veía! Allí, en la fotografía, estaba su primo Barry, disfrazado de bailarina, ¡con tutú y medias!

Antes de responder, Shirley le mostró a Tony otra fotografía, esta vez era un grupo formado por ambas tías, Shirley y Barry con otro vestido. Reconoció el lugar de la fotografía como la calle principal del pueblo más cercano. Luego su prima sacó otra foto de ella y el desventurado Barry, esta vez ambos vestidos listos para jugar al tenis. Ninguno de los dos llevaba pantalones cortos.

"¡Lleva una falda de tenis!" dijo Tony asombrado. "¿A qué se debía todo eso? Quiero decir, nunca me habría imaginado a Barry usando vestidos. Siempre parecía tan... bueno, tan varonil".

"Bueno", dijo Shirley, "Su padre siempre se ausentaba por períodos largos. Solíamos reunirnos la mayoría de los fines de semana. Barry se estaba saliendo de control sin su padre cerca. Un sábado llegaron aquí  y nos sorprendió ver a Barry vestido de niña. La tía Catherine lo obligó a usar vestidos y faldas todo el tiempo. Normalmente es muy bueno en el tenis, pero logré vencerlo fácilmente esa vez. Estaba demasiado humillado y con miedo de enseñar sus bragas como para concentrarse en su juego. La tía Catherine incluso lo inscribió en clases de ballet. Barry odiaba absolutamente usar vestidos y nunca se acostumbró a la idea. Hubo una gran pelea cuando su padre se enteró y se mudaron poco después. Sin embargo, como dije, nunca le gustó usar faldas. No como a ti."

Tony, vestido con falda escocesa se retorció ante este último comentario y quiso objetar, pero no se le ocurrieron las palabras adecuadas para decir. Su rostro rojo brillante le dio a Shirley toda la confirmación que necesitaba para saber que tenía razón.

"Oh, no te preocupes", dijo, acercándose y besándolo cariñosamente en la mejilla. Esto hizo que el pequeño niño femenino se retorciera incómodo en su falda. "Sabes que tu secreto está a salvo con nosotras. Puedes vestirte aquí todo lo que quieras y tus compañeros en casa nunca lo sabrán".

Tony se sentó allí temblando levemente mientras pensaba en lo que ella dijo.

"¿Mamá lo sabe? ¿Lo del primo Barry disfrazado, quiero decir?"

"¿Tu mamá?... Bueno, posiblemente". Shirley lanzó una mirada de reojo a su prima pequeña. "Después de todo, todas son hermanas".

Tony asintió, todavía pensando.

Se acostaron antes de que tía Mary regresara y Tony colgó con cuidado su ropa en el armario. Razonó que tal vez no sería una buena idea hacerle saber a su tía que se había estado haciendo pasar por una niña pequeña otra vez y estaba seguro de que Shirley no se lo diría.

Justo antes de acostarse, sostuvo el colgante de hadas en la oscuridad y observó cómo brillaba a la luz de la luna. Pensó en sus escapadas como Antonia y en lo divertido que se había divertido hoy caminando por la playa y sentado en la casa con su pequeño traje de falda escocesa. Sus emociones estaban tan confusas como siempre y la misma pregunta seguía viniendo a su cabeza: ¡No es justo! ¿Por qué a los niños no se les permite usar faldas y vestidos? ¡Después de todo, las niñas pueden usar pantalones y pantalones cortos!

¡Simplemente no era justo! 

viernes, 7 de marzo de 2025

Disciplina del lápiz labial (Parte 14)

 


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Capítulo 14: Tareas tras tareas.

Después de esas primeras semanas, mi madre empezó a obligarme a hacer cosas muy raras. ¡Oh, oh, ya sé lo que estás pensando, pero no fue nada parecido! De lo que estoy hablando era de algo mucho más sutil, pero igualmente eficaz, para cambiar mi forma de pensar y de ver el mundo.

En los días en que mi carga de trabajo era ligera (y no había muchos, créeme), me ponía a estudiar. Sí, así es, ¡a estudiar! Como si eso no fuera suficientemente malo, la mala noticia es que mi madre no me hacía trabajar en cosas como matemáticas y geografía. En cambio, me daba el último ejemplar de "Seventeen" o, a veces, una de sus revistas femeninas como "Glamour" o "Ladies Home Journal" y me indicaba que leyera al menos un artículo, a veces tres o cuatro, dependiendo de mi carga de trabajo.

"Estas revistas tienen mucho más que bonitas imágenes", explicó. "Quiero que lo entiendas. No fueron hechas para que los niños sucios se masturben. Fueron hechas para que las mujeres aprendan de ellas y disfruten. Esta será una manera maravillosa para que entiendas lo que se necesita para que las mujeres y las niñas se lleven bien en este mundo. Demasiados hombres dan por sentado que las mujeres son como las especies femeninas y eso no va a pasar en esta casa".

Miré la pila de revistas que estaban sobre la mesa del comedor y palidecí. Un escalofrío me recorrió la espalda mientras intentaba imaginar perder el tiempo leyendo esas tonterías. Preferiría pasar el tiempo con mis cómics de "Spiderman".

"Pero, mamá, ¿tengo que hacerlo? ¡Estas cosas son aburridas! No soy una chica de verdad, ¿sabes?"

Mi madre sonrió. "No, puede que no seas una chica de verdad, pero sin duda pareces una, e incluso estás empezando a actuar como una. También quiero que sepas cómo piensa una chica. Oh, deja de hacer pucheros, no sé cuál es tu problema. Míralo de esta manera, cariño. Estás haciendo algo que ninguno de tus amiguitos rufianes hará jamás. Piensa en lo divertido que será aprender todos nuestros secretos de chicas. Apuesto a que ninguno de tus amigos tiene la menor idea de lo que se necesita para hacer feliz a una chica. En realidad, tienes mucha suerte".

"Oh, eso es genial, mamá. Qué suerte tengo". Mi sarcasmo era bastante obvio, pero mi madre simplemente sonrió. Sabía que había ganado... ¡y no había nada que yo pudiera hacer al respecto!

Naturalmente, mamá siempre escogía los artículos que yo leía, generalmente sobre algo realmente tonto como "Reglas para triunfar con la moda de verano" o "10 maneras fáciles de tener un cutis más claro" o "Recetas para los días calurosos que se avecinan". Sería mi responsabilidad memorizar la mayor cantidad de información posible y prepararme para el examen a su regreso esa noche. Ahí es donde entraba en juego el estudio.

Imagínense a un niño de trece años con un vestido, lápiz labial y tacones, sentado a la mesa del comedor y estudiando atentamente el último "Seventeen" o "Glamour", tomando notas y comprobando los datos como si fuera un examen final en la escuela.



Sí, ese era yo, claro. Mientras mis amigos corrían afuera, andaban en bicicleta y jugaban al béisbol, yo estaba ocupado aprendiendo sobre la combinación de colores, humectantes y acondicionadores, y cómo preparar una cena de pollo en media hora.

Al principio, los exámenes de mi madre eran orales, realizados mientras ella estaba sentada en la mesa de la cocina y tomaba un sorbo de café y yo trabajaba en la cena. Si lo hacía bien, recibía una palmadita en la cabeza y una sonrisa o, a veces, uno de esos chocolates caros que guardaba en la alacena; si no lo hacía bien, mi castigo podía ir desde una reprimenda hasta una bofetada feroz en la cara por ser "perezosa" y "buena para nada".

Lo que sucedió después fue culpa mía. No hay otra forma de describirlo. Verás, en mi esfuerzo por complacer a mi madre, trabajé duro en mis estudios y me esforcé por asegurarme de poder responder todas y cada una de las preguntas durante sus exámenes. Tenía la esperanza de que se diera cuenta de que había aprendido la lección y que podía confiar en mí sola en la casa. A partir de ahí, esperaba que me permitieran volver a ponerme mi ropa de chico y salir por mi cuenta. Desafortunadamente, las cosas salieron mal. Mamá decidió que, como me estaba yendo tan bien, debía hacer una "investigación" adicional para obtener "puntos adicionales".

No pasó mucho tiempo hasta que comencé a escribir ensayos (sí, así es, ¡ensayos!) sobre temas ridículos como "Medias o pantimedias: ¿cuál es el mejor amigo de una chica?" y "Por qué mi color de lápiz labial favorito es...". La extensión de cada ensayo variaba, pero ninguno era más corto que dos páginas escritas a mano. Creo que el más largo era de diez. Todo lo que sé es que a menudo se me acalambraba la mano de tanto escribir.

Los primeros trabajos me resultaron literalmente dolorosos. Mamá insistía en que cada ensayo se escribiera con entusiasmo y con conocimiento del tema, una tarea difícil para un niño de trece años que preferiría volar cohetes a escala que comparar colores de esmaltes de uñas. Se calificaba la caligrafía y el estilo de escritura, lo que hacía las cosas aún más difíciles; las elaboradas Q rizadas y las I salpicadas de corazones se convirtieron en la orden del día. Como resultado, me llevó casi una semana escribir dos páginas estúpidas sobre la forma correcta de aplicar el lápiz labial. Debo haber escrito cincuenta páginas en total, y mi madre tiraba a la basura cada borrador al ver el error más simple.

Mamá me devolvió mi último trabajo, con la nariz en alto como si estuviera disgustada. "Esto suena más a que estás escribiendo instrucciones para pintar una casa que a tus labios. Sé que eres solo un niño, pero seguro que puedes hacerlo mejor que eso. Llevas mucho tiempo usando lápiz labial. Piensa en todo lo que has aprendido e inténtalo de nuevo".

"Pero, mamá..." Intenté decirle que estaba haciendo lo mejor que podía. La verdad era que solo estaba haciendo trampas, esperando que ella se diera por vencida y no tuviera que ceder ante esas conversaciones y pensamientos tan ridículos.

Mi estrategia falló una noche cuando mi madre leyó mi último y peor borrador. Lo había escrito bastante mal a propósito, un último intento de convencerla de que no iba a ser capaz de producir el tipo de pensamientos que ella esperaba. Se enojó tanto que perdió los estribos, me dio una bofetada y me mandó a la cama sin cenar. A la mañana siguiente cedí y fingí que usar lápiz labial era lo más divertido del mundo... el resultado fue un ensayo que hizo que mi madre sonriera de orgullo.

Aquí hay un par de párrafos de ese ensayo. Este es de una página del álbum de recortes de mi madre, escrito con una pluma estilográfica con todos los adornos apropiados:

"La mejor manera de aplicar la primera capa de lápiz labial es juntar los labios y empujarlos hacia afuera como si me estuviera preparando para lanzar un beso. Coloco la punta del lápiz labial contra mis labios, justo donde se encuentran en el medio. Luego presiono, primero contra el labio superior izquierdo, y avanzo con el lápiz labial, dejando una bonita y gruesa capa de color rojo brillante que delinea el beso. Luego vuelvo a colocar la punta en el medio y hago el lado superior derecho.

"El labio inferior se hace de la misma manera. A veces hago una mueca sacando el labio hacia afuera. Luego arrastro el lápiz labial hacia adelante y hacia atrás varias veces hasta que mi labio esté bonito y brillante con color.

"Es importante repetir cada movimiento varias veces para asegurarse de que los labios estén bien cubiertos. ¡Mírate bien en el espejo y retoca los bordes irregulares que podrían arruinar una bonita sonrisa!

"Secar es muy divertido porque puedo ver las bonitas huellas que dejan mis labios. Mis dos formas favoritas de hacerlo son "el beso" y "la mordida". El beso es fácil: ¡simplemente besa el papel como lo harías con alguien que realmente te gusta! Para hacer la mordida, dobla el papel y envuélvelo suavemente con tus labios y presiona. ¡Al desdoblarlo, el papel deja una bonita huella que muestra tu bonita boca!"

¿Ves lo que quiero decir? ¡Cosas bastante desagradables, eh! ¿Te imaginas a un segunda base de trece años escribiendo algo así? ¡Por supuesto que no! Parte de lo que acabas de leer me lo dictó mi madre, además robé algunas cosas de una de mis revistas de moda. El resto se me ocurrió a mí. Por supuesto, tuve que reescribirlo tantas veces que me encontré repitiendo las palabras con cada borrador y, a su vez, agregando más ideas propias. Lo cual, en retrospectiva, estoy seguro de que era el plan de mi madre desde el principio.

La principal razón por la que odiaba escribir sobre cosas así era que tenía un miedo muy real de realmente comenzar a pensar de esa manera. ¿Y adivina qué? ¡Tenía razón! En el momento en que dejé de resistirme a mi madre y comencé a escribir mis propios pequeños ensayos sobre moda y maquillaje, comencé a pensar que participar en esos rituales femeninos no era tan malo después de todo. Incluso comencé a agregar pequeñas caritas sonrientes en los corazones que dibujaba, solo por diversión.

"Muy bien, cariño", dijo mamá después de leer uno de los ensayos que eventualmente encontraría su lugar en su álbum de recortes. "Si sigues así, tal vez te convirtamos en una niña de verdad después de todo".

Le di una sonrisa practicada y asentí. Por dentro, me sentía mal...

Estaba condenado.


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FIN DEL CAPÍTULO
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lunes, 3 de marzo de 2025

La naturaleza me convirtió en mujer (Parte Final)


Mujer de lujo

Pasaron ya los años, ya no era mas una quinceañera sino una joven adulta de casi 18 años, estando a punto de cumplir la mayoría de edad, finalmente mi sueño se hizo realidad convirtiéndome en una bella joven, toda una mujer de lujo...

Sé que muchos se preguntan que pasó entre mis 15 y 17 años, pues en realidad no mucho. Michelle, mi novio, se tuvo que cambiar a otro país y nunca supó mi verdad, eso fue casi inmediatamente después de que cumplí mis quince años. Estuve creo, un año completemente deprimida, perdí al primer amor de mi vida, tan bello, y nunca le dije lo de mi transformación. En este tiempo comencé el bachillerato o preparatoria, pero dada mi depresión, no recuerdo mucho de este tiempo, solo que me la pasé llorando muchos días y noches en mi cama. Ya para este entonces ya había tomado la decisión de continuar mi vida como mujer, y mis papás me apoyaron en todo este tiempo, mas solo tomaba el tratamiento, iba a ver al doctor, y todo eso sin ánimo. En estos dos años mi transformación fue lenta y en silencio.

Poco a poco, los días fueron mejorando, y me fue sintiendo de mejor ánimo. Y aunque al principio iba a la escuela vistiendo mal y sin arreglarme ni nada, con el tiempo mi madre fue animándome a vestirme más juvenil, a arreglarme más, y a maquillarme mejor. Yo aún en todo este tiempo quería seguir siendo mujer, pero solamente ya no tenía la motivación y el ánimo para hacerlo. Pero día a día fue mejorando mi ánimo, y también gracias al tratamiento hormonal, mi cuerpo cada vez se afinaba más, mi piel se hacía mas suave, mi pelo se fue haciendo más lindo, mi cara sin acne ni imperfecciones, mis pechos más definidos (recuerda en la primer parte de mi historia que mis pechos crecieron repentinamente sin yo buscarlo), al igual que después de un tiempo mis caderas, piernas y cintura fueron también tomando forma. Ayudó mucho a que empecé a hacer ejercicios para "afeminar" mi cuerpo, aunque deprimida, en casa mi papá compró un mini gym para que pudiese ejercitar mi cuerpo y darle forma. Después de más de 18 meses escondida en la obscuridad de mi hogar y bajo ropas nada bonitas, decidí que era tiempo de cambiar, y todo el tratamiento, ejercicio, dieta, y descanso, finalmente rindió su fruto a mis casi 18 años de edad. 

Mi papá, de quien dije anteriormente estaba muy animado con mi transformación, me tuvo una gran sorpresa meses antes de yo cumplir la mayoría de edad. Un día, en la casa, estabámos él y yo viendo TV, cuando de repente lo apagó y me dijo que quería hablar conmigo, entonces me contó que en todo este tiempo había estado muy preocupado por mí, y que se pusó a pensar en qué es lo que me haría feliz, así que como sabía que yo quería ser una mujer bella y completa, él estuvo ahorrando dinero por todo este tiempo, para pagar por una cirugía que me ayudaría a verme mucho más hermosa. En ese momento, mi papá me dijo: "la realidad es que ya eres muy hermosa, pero supose que algo de dinero para esto no te vendría mal" En ese momento mi ánimo se levantó más y me sentí mucho mejor gracias al apoyo de mi papi. "Entonces dalo por hecho, antes de que cumplas 18, tendrás tu regalo y así podrás seguir viviendo tu vida como tu siempre quisiste" me dijo él, dándome un beso en la frente y deseándome lo mejor. 

Mi papás y yo fuimos a ver a un cirujano plástico, vimos las diferentes recomendaciones del doctor, él se portó muy amable, me dijo que básicamente no necesitaba nada pues gracias al tratamiento hormonal mi cuerpo estaba ya muy femenino, además de que por lo que me pasó de adolescente (ginecomastia) realmente no necesitaba ponerme nada de pechos ya que los tenía muy crecidos. Solo me recomendó reducirme un poco el busto para que fuera más conforme a mi estatura y complexión, además de hacerme unos retoques por aquí y por allá. Mas, llegó el momento de La Pregunta: 

-"¿Cuándo quieres tu vaginoplastia?" Esto es remover mi miembro viril y mis testículos para modificarlos y hacerlos en forma de vagina. 

Mis padres me voltearon a ver, y yo a ellos y al doctor.

-"Creo que no lo voy a hacer" Esto causó algo de sopresa en mis padres. 

-"No vas a ser una mujer completa sin vagina" me insistió el doctor y la vista de mis padres.

Como suposé que esto no iba a llegar a ningún lado, les dije que hasta que cumpliera 20 años me la haría, que tenía miedo, entre otras cosas, traté de inventar muchas excusas para que me dejaran en paz.

-"Vamos a proceder entonces con lo que acordadamos" dijo el doctor ya satisfecho con mi respuesta. Aunque en mi interior pensaba para mí: "Esta loco si piensa que me voy a quitar mi pene, nunca lo voy a hacer..."

Pasaron las semanas, llegó el tiempo de mi cirugía, todo salío bien, y me quedé algunos días en cama en mi casa para recuperarme. La emoción de tener un cuerpo ya más refinado y super femenino me llenaba de emoción, volví a sentir lo que hacía muchos años no sentía, volví a recuperar mi ánimo, y comencé a ser la misma de antes. "Ahora es mi tiempo" pensé en ese momento, "¡ahora si voy a ser toda una mujer de lujo!" y cada día que pasaba me sentía más y más ansiosa, ahora por empezar universidad, y estrenar nueva ropa, conocer nueva gente, y por supuesto, presumir mi nuevo y mejorado cuerpo.

Y así fue, y empecé la universidad como cualquier otra chica, claro que estando yo tan orgullosa de mi cuerpo no podía ocultarlo, y aprovechaba todas las ocasiones para poder mostrarlo al mundo. Era algo así como decir en voz alta: "¡Mirénme soy una preciosura de mujer, la naturaleza me transformó en una chica siendo yo niño, pero me encanta!" Zapatos de tacón, minifaldas, blusa escotadas, vestidos apretados, jeans a la cadera, maquillaje ligero, cabello suelto, accesorios lindos, y claro una bolsa que lo combine todo, es la receta perfecta para volver locos a los hombres y ser la envidia de todas. Algunas compañeras me llamaban "La extravagante" otras "La artista," pero me gustaba mejor como me llamaban los hombres "la reina" o "la más buena." Me la pasé muy bien debo admitirlo.  

Ya que no quería tener una reputación de mujer fácil, sino todo lo contrario, me hice mucho del rogar, hombres muy guapos, con dinero, carro, y porte me invitaban a salir y yo siempre decía que no. No quería que por toda la escuela anduvieran diciendo que era una cualquiera, lo cual algunos podrían pensar por la forma en que me vestía, pero al momento de conocerme se llevaban una gran sorpresa. Aunque suena mal, disfrutaba decepcionar a esos fanfarrones que teniendolo todo, no me podían tener a mí. Hubo muchísmos pretendientes, y de todo tipo, aquellos que se obsesionaban conmigo, ricos, pobres, de todo, era como una jungla donde yo era la presa y los cazadores eran miles. 

Un día un chico robó mi número de teléfono, y se mantuvo hablándome sin descanso. Me convertí en su obsesión, me seguía a todas partes en la escuela, y me mandaba flores, y toda clase de regalos. Me decía que se quería casar conmigo, que me iba a comprar miles de cosas, y bueno, etc, etc. Yo siempre le decía que no y aún así me insistía más. Hasta que una vez me dijo, "te voy a dejar de molestar hasta que te vea con un hombre..." Era tanta su obsesión, que quería decirle que YO era hombre, pero no quise empezar chismes o que se volviera más loco, llegué al punto después de varios días de conseguir a un novio solo para quitarmelo de encima. 

Una tarde en la escuela iba caminando hacia la salida, mi papá me iba a recoger para ir a casa, el loco obsesionado se fue detrás de mí, como viendo con quién o a dónde iba, hice una rápida vuelta a la derecha donde había una puerta de cristal para perderme de su vista, me metí por la puertas, y cuando me asomé vi que se paso de largo. 

-"Uff, que descanso!" pensé yo. Pero también sabía que iba a estar ahí afuera esperando por mí. "¿Qué hago?" me dije a mi misma.

El lugar donde había entrado era la biblioteca de la escuela, sin darme cuenta me metí, esta era una biblioteca pequeña, con apenas algunas mesas, sillas, eso sí, muchos libros. 

-"Ya sé, voy a buscar novio aquí" pensé para mí, sí, sé que suena raro ir a la biblioteca a buscar pareja, pero pues ya estaba desesperada. 

En las mesas habían solo tres chicos sentados leyendo, y otro en la laptop. En total tenía cuatro opciones. "¿Quién podrá hacerse pasar por mi novio?" pensaba yo, así que decidí ver lo que los tres chicos estaban leyendo y así ver si podrían ser buenos fingidores. Claro es, que mi presencia en la biblioteca se dejo notar, y que estos muchachos no dejaron de verme hasta que me senté en una mesa. Uno de los chicos leía algo de cálculo, el otro traía audífonos y no sé que hacía, y él último traía un libro de fotos de lugares y países, o algo así. Me decidí por el último.

-"Oye, ¿puedo hablar contigo?" le dije en voz baja al chico. Fuimos a una salita aparte ahí en la biblioteca, donde se podía platicar usando voz normal. Aquel chico era de piel morena, alto, delgado, llevaba pantalón de vestir y camisa de vestir, estaba muy formal para ser estudiante. 

-"¿Cómo estás? Me llamo Cary" le dije. Para mi sorpresa no estaba nervioso y parecía no haberme visto antes.

-"Bien, me llamo Fernando" me contestó amablemente. 

-"Mira tengo un problema y tal vez tú me puedas ayudar" le traté de explicar.

-"¿Qué tipo de problema?" me preguntó tranquilamente.

-"No te quiero meter en mis cosas personales, pero solo necesito que salgamos de la escuela agarrados de la mano y que cuando venga mi papá por mí me des un beso y ya" le dije así simple y llanamente. A lo que él solo guardó silencio sin decir nada.

-"Bueno, ¿me vas a ayudar o no?" le insistí vigorosamente. 

-"¿Puedes repetir lo que me dijiste" me dijo ahora nerviosamente y con unos ojos que parecía que se le salían de la cara.

En ese momento entró a la biblioteca el loco obsesionado, así que yo simplemente hice lo que tenía que hacer:

-"¡Vámonos mi amor!" le dije a Fernando agarrándolo de la mano y sacándolo de la biblioteca. Mientras que el loco obsesionado solo nos miraba.

-"Mira, Fer, ya va a llegar mi papá, gracias por esperarme en la biblioteca," le dije a Fernando sin que pudiera articular palabra alguna.

Al ver que se acercaba mi papá, y que el otro loco estaba ahí solo mirándonos, le solté la mano a Fernando, tomé con mis dos manos su cara, y le di un beso en la boca.

-"Gracias, ya vinieron por mí mi amor, te quiero" me despedí de él. Mientras que mi papá pasaba por la calle frente a la escuela para recogerme, le dije adiós, y me subí en el carro con mi papá.

El loco desapareció de mi vista, aunque de repente me dio miedo que le fuera hacer algo a Fernando. Mientras Fer, solo se quedó ahí parado, como una estatua, como bajo algún encantamiento, o algo así. Pero cuando me iba pudo finalmente levantar la mano para decirme adiós. Así mi papá y yo nos fuimos a la casa.

Al día siguiente, tenía clases en la noche, la última acababa casi a las 9:30pm, a esas horas ya casi no había nadie en la escuela solo nosotros en la clase. Como era viernes, había quedado de ir con unas amigas a un bar, así que me fui muy bien arreglada, zapatitos de tacón alto, una falda cortita, pero no tan cortita, lo suficiente para enseñar mis piernas, una blusita de manguitas cortas, y un buen escote, lo suficiente como para sacar varios suspiros, pelo arregladito, maquillaje para resaltar mi rostro en la noche, ligeramente cargado, con sombras y todo eso. Y por supuesto, accesorios, anillos, aretes, y mi inseparable bolso.

Al salir de la clase y despedirme de mis compañeros me dirigí a la misma salida que el día anterior para tomar un taxi, antes de llegar a la salida, noté que la biblioteca estaba abierta, con las luces encencidas, así que por pura curiosidad entré. No se veía nadie, pensé en irme, pero seguí más en el interior, seguía sin ver a nadie, hasta que al fondo, en el mero rincón de la biblioteca, vi a Fer sentado con su laptop y audífonos, me acerque por detrás sin que me viera, para ver que estaba haciendo. Vi que estaba viendo fotos de alguien, me fue acercando y me fui dando cuenta que estaba viendo pornografía, en ese momento iba dar la vuelta para irme, pero después vi que estaba viendo pornografía transexual. Hacía mucho tiempo que no la veía, pero me di cuenta de lo que él estaba viendo.  

-"¿Te gustan?" Le dije a Fernando, quien se un brinco saltó de la silla, cerrando su laptop, y poniéndose todo rojo.

-"Ah, hola, Cary... me asustate mucho, estoy trabajando aquí en la biblioteca, me toca cerrar a las 10 y por eso estoy aquí." me comentó nerviosamente. 

-"No me contestaste mi pregunta," le insití yo maliciosamente. 

-"Estoy haciendo una investigación," me dijo tratando de evitar el tema.

-"Entonces porque estas erecto," observé, "se notá que te gustan, sino no tuvieras ese bulto en el pantalón"

-"No le vayas a decir a nadie, si alguien se entera me despiden de mi trabajo, y se burlarían de mí... y" me pedía tristemente, cuando usando dos de mis dedos, le tapé la boca, diciendo en voz baja, "shhhh, silencio, yo no le diré a nadie si tú no dices nada..."

Y en ese momento le desabroché el cinturón, y bajandole el cierre del pantalón, me bajé yo, descubriéndole un poco su pene medio erecto, me di cuenta que era enorme, así que le bajé el pantalón y el boxer de un jalón hasta los tobillos...

-"Mira nada más, ¡Qué gran sopresa!", le dije yo, "nunca imaginé que tuvieras algo así" y continué diciendo "quiero agradecerte lo que hiciste ayer por mí, Fer..." Él no pudo hacer otra cosa que apoyarse de espaldas en la mesa mientras dije esas palabras, y lentamente comencé a saborear su sexo, cual paleta de sabores, me metí una y otra vez su pene, suavemente, acariciando con mi lengua toda su largura y sus testículos, me di cuenta que continuaba creciendo y creciendo, después de un poco, llegó a su verdadero tamaño. ¡Y qué tamaño! No lo pudé medir, pero desde que fue creciendo menos y menos me cabía en mi boca, y más me tardaba en lamerlo, creo yo, más de 25cm si tenía Fer, además de estar grueso y circuncidado, al verlo totalmente erecto me excité mucho.

Fer me parecía un chico inocente e inofensivo, como pensé que nunca había tenido experiencias sexuales por la forma en que él es, decidí darle este regalo de agradecimiento. Claro que no me esperaba ver un pene tan grande y tan rico. Como hacía mucho tiempo que estaba en abstinencia, me dejé llevar por la pasión y mi excitación, mi pene ya estaba que explotaba de su escondite, mientras veía esa cosota y la metía en mi boca. En un segundo, no aguante más, me quite la blusita que traía y mi brassier, dejando al descubierto mis redondos, grandes y perfectos pechos, me puse su caliente pene entre ellos y comencé hacerle una rusa, entre que lo chupaba y acariciaba. De repente, él se pusó de pie, me invitó a pararme, y quitando las cosas de la mesa, me pidió que me acostara ahí. Teniendo mis pechos desnudos, quede acostada sobre la mesa, aunque algo fría, el se abalanzó sobre mí comiéndose mis pechos, besándome el cuello, y acariciándome la espalda. Su pene frotaba con el mío, y con tanto movimiento quedo libre, dejando ver un pequeño bultito en mi faldita. Fer lo notó, pero siguió con más y más fuerza. Me pusó de pie, me bajó la falda y mi tanga, dejando al descubierto delante de él mi pene, cual a comparación de él, era muy pequeño. Lo comenzó a acariciar, a meter en su boca, mientras que una mano acariciaba mis pechos y la otra me tocaba mis testículos. Como era la primera vez que me hacían algo así, yo solo gemía de placer, cada vez más fuerte, aquella lengua de Fer se sentía tremendamente bien. Estaba engañada, el inocente Fer sabía muy bien como complacer a una chica como yo. Yo no podía moverme de tanto placer que sentía, era demasiado para mí. Fer cada vez fue frotándome y chupándome más y más fuerte, hasta que me hizo estallar dentro de su boca. 

-"¡Wow!" le dije yo con cara de satisfacción y sudando. "Tú si sabes lo que es placer, esta es otra gran sorpresa para mí..." le continué diciendo. "¿Pero tú no has terminado?" le pregunté consternada. 

-"No te preocupes, me encanta verte disfrutar, dos veces tú y una yo, ¿qué te parece?" me sugirió Fer mientras se limpiaba la cara y se subía los pantalones guardando su gran instrumento.

Yo casi sin poder hablar del tremendo orgasmo que tuve, solo pudé mover mi cabeza. El agarró mi ropa, y me ayudó a ponermela de nuevo.

-"Gracias, Fer, no sé que más decir" Le dije yo, pensando que este hombre iba ser un tímido y simple ratón de biblioteca, y resulto ser un experto amante, un tigre para el amor.

-"Ve al baño para que te termines de cambiar y arreglar, yo mientras recogó y limpió todo" me dijo en voz baja.

Al salir del baño, las luces estaban apagadas y Fer esperándome en la entrada, 

-"Ya son las 10pm, tenía que cerrar, ¿quieres que espere a que vengan por ti o vas a algún lado?" me preguntó con una voz encantadora y caballerosa.

-"¿Que tal si me llevas a cenar?" le sugerí yo. Caminamos un poco, y llegamos al estacionamento, para mi sopresa el tenía un carro viejo pero en buen estado, abriéndome Fer la puerta, me subí a su carro, y me fui con él.

¡Qué gran sorpresa!