domingo, 17 de abril de 2016

La mansión (3)



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Capítulo 3 - La mansión

La mañana pasó rápidamente y Tony y Shirley estaban listos, esperando que los recogieran para llevarlos a la casa de campo. A pesar de los esfuerzos de su prima para tranquilizarlo, Tony seguía sintiendo una mezcla desconcertante de emociones. Aunque comenzaba a sentirse más cómodo con su apariencia femenina —sobre todo cuando veía que nadie parecía sospechar nada—, de vez en cuando la vergüenza lo golpeaba de nuevo, especialmente cuando alguna ráfaga de viento le recordaba lo corta que era su falda.

—No te preocupes tanto —le decía Shirley con una sonrisa divertida mientras él intentaba disimuladamente alisar su faldita—. Nadie sospechará nada, créeme. Te ves encantadora.

Pero Tony no estaba tan convencido. El pensamiento de conocer a las otras chicas lo llenaba de ansiedad. ¿Y si se daban cuenta? ¿Y si lo señalaban, se reían o, peor aún, lo delataban?

La finca estaba situada cerca de la casa de la Tía Mary, pero el acceso principal quedaba en el extremo opuesto, por lo que necesitaban que alguien los llevara en auto. A Tony le dio un vuelco el estómago cuando vio llegar el coche. Anne, una de las chicas del proyecto, iba sentada en el asiento delantero. Su madre conducía.

Shirley lo tomó del brazo con naturalidad y lo empujó suavemente hacia el asiento trasero junto a ella.

—Vamos, Antonia —dijo, con una sonrisa encantadora.

Tony se sonrojó al escuchar su nombre femenino tan claramente pronunciado, pero subió sin decir una palabra. Sentado junto a su prima, trataba de mantenerse tranquilo. Anne se giró un poco y lo saludó con una sonrisa.

—Hola, Toni. Shirley nos ha hablado mucho de ti.

Tony intentó devolver la sonrisa, pero solo logró un gesto torpe y tímido. Entonces la madre de Anne comentó:

—Qué niña tan preciosa. No tienes por qué estar nerviosa, cielo.

Tony quiso que la tierra lo tragara. La palabra “preciosa” resonaba en su cabeza como una burla, aunque sabía que no lo decía con mala intención. Miró a Shirley, suplicando en silencio que la conversación cambiara.

La llegada a la casa de campo no ayudó. Era un edificio grande y elegante, situado a unas cuantas centenas de yardas de la mansión principal. Al bajarse del auto, el corazón de Tony latía con fuerza. Las demás chicas ya estaban ahí, y cuando Shirley lo presentó como su “pequeña prima Antonia, o Toni para abreviar”, sintió que quería salir corriendo.

—¡Qué linda eres! —exclamó una de las chicas, acercándose con una sonrisa—. Me encanta tu vestido, es adorable.

—Sí, pareces una muñequita —añadió otra.

Tony bajó la cabeza, sintiendo que se ruborizaba. Quería gritar: ¡Soy un niño!, pero se mordió la lengua. Por un instante, una idea absurda cruzó por su mente: ¿Y si levantaba la falda y les mostraba la verdad? Por supuesto que no lo haría. Jamás se atrevería, por desesperado que estuviera.

El personal les mostró sus habitaciones. A él y a Shirley les tocó compartir una, lo que, extrañamente, le dio algo de consuelo. La habitación era enorme, con una cama doble, cortinas vaporosas y un baño privado. Shirley, como siempre, se hizo cargo de todo y comenzó a desempacar.

—No tienes que hacer nada —dijo alegremente mientras colgaba los vestidos y organizaba el maquillaje—. Solo relájate y trata de disfrutar.

Tony no respondió. Se sentó en la cama, observando cómo los vestidos se alineaban en el armario, con “sus” prendas mezcladas entre las de Shirley. Ver eso le producía una extraña mezcla de emociones: incomodidad… pero también una pizca de curiosidad.

Después de instalarse, bajaron al comedor donde los esperaba una señora amable, que se presentó como la administradora de la finca.

—Tienen acceso a los jardines y las áreas asignadas para el proyecto —explicó—. Pero eviten acercarse al resto de las habitaciones de la mansión, y por favor respeten la privacidad de los inquilinos del anexo.

Tony escuchaba en silencio, sin atreverse a intervenir. Durante el resto de la tarde, las chicas se sentaron a planear el proyecto, hojeando libros, compartiendo ideas y, naturalmente, hablando… como chicas. Tony se sentía cada vez más fuera de lugar. Se limitaba a asentir de vez en cuando, tratando de no llamar la atención.

—¿Vas a clases de ballet, Toni? —preguntó de pronto Gwen, sacándolo de su ensimismamiento.

—Er… no —dijo Tony, sorprendido y, como siempre, ruborizado.

—Deberías. Con tu figura, seguro te verías preciosa con un tutú. Yo usé uno el año pasado y fue mágico. Me sentí como una princesa.

—Ugh, ciertamente no todas anhelamos eso —intervino Tracey con desdén.

—Claro, tú ni siquiera usas falda si puedes evitarlo —replicó Gwen—. Apuesto a que para ti es una tortura vestirte de chica.

La conversación se desvió hacia una pequeña discusión, y Tony agradeció que, por fin, nadie le prestara atención. Se hundió en el sofá, fingiendo interés en la televisión.

Más tarde, cuando llegó la hora de dormir, Tony pensó que por fin se libraría del disfraz… aunque fuera solo por unas horas.

Pero Shirley tenía otros planes.

—Toma, esto es para ti —dijo mientras sacaba del armario un camisón rosa con volantes—. Es suave y cómodo. Y además, tenemos que cuidar tu peinado.

Tony miró el camisón como si fuera una trampa.

—¿En serio tengo que ponerme esto?

—Claro que sí —respondió Shirley, como si fuera lo más natural del mundo—. Además, dormirás con estos —añadió, mostrándole un paquete de rodillos.

Tony suspiró, resignado. Pronto se encontró de nuevo vestido como una niña, esta vez con un camisón que le parecía aún más humillante que la ropa del día. Se metió en la cama sintiéndose agotado.

Mientras Shirley apagaba la luz, Tony miró al techo. Deseaba que todo esto fuera solo un mal sueño. ¿Y si al día siguiente se despertaba y todo había sido una fantasía?

Pero sabía que no. Las molestias de los rodillos en su cabeza eran prueba suficiente. Sintió el camisón arremangarse involuntariamente mientras se movía, dejando al descubierto sus braguitas. Se tapó de inmediato, sonrojado aunque no hubiera nadie que lo viera.

Aun así, mientras sus pensamientos comenzaban a desvanecerse, le vino a la mente una idea desconcertante: ¿Y si realmente empezaba a gustarle?

No era solo la ropa… era el sentimiento de suavidad, de ligereza. A veces, usar vestido se sentía… ¿liberador? Pero no podía pensar así. Era un niño. Los niños no usaban esto. ¿O sí? ¿Y si no había nada de malo en ello?

Con esa confusión instalada en su mente, Tony cerró los ojos.
Y durmió.






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sábado, 26 de marzo de 2016

La transformación (2)

 


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Capitulo 2 – La transformación

La mañana del sábado comenzó con Shirley irrumpiendo en la habitación de Tony, decidida a poner en marcha su plan.

—Vamos, dormilón. Mamá ya salió de casa y tenemos mucho que hacer —dice mientras le quita el cobertor.

Tony protesta con sueño, recordándole que aún falta para que los recojan. Pero Shirley lo sorprende con una revelación:

—¿No te lo mencioné? Irás disfrazado de niña.

Al principio, Tony piensa que es una broma. Pero pronto comprende que su prima habla en serio. Shirley le explica que sólo logró que lo aceptaran en el grupo al presentarlo como su prima "Toni", con i latina.

—¿Crees que voy a engañar a alguien haciéndome pasar por chica? —pregunta Tony, indignado—. ¿Estás insinuando que parezco una?

—Con tu constitución, un peinado distinto y la ropa adecuada, nadie lo notará —responde Shirley con dulzura.

Pese a su resistencia inicial y el miedo a hacer el ridículo, Tony se siente retado por la provocación de su prima:

—Típico. Ustedes los chicos dicen ser muy valientes, pero apenas les pedimos hacer algo distinto y se mueren de miedo.

Tony, picado en su orgullo, termina aceptando:

—¡Yo no tengo miedo! Yo puedo hacer lo que quiera.

Y así, sin saber cómo, el niño se ve envuelto en una rutina de belleza inesperada. Shirley lo somete a una larga sesión de peinado: rodillos, secadora, fijador. Mientras lo arregla, le asegura que el estilo que le está dando combinará bien con los vestidos que ha elegido para él.

Horas después, Tony finalmente se ve frente al espejo, vestido con una falda azul pálido que cae apenas unos centímetros sobre sus rodillas, calcetas blancas hasta la pantorrilla y sandalias a juego. La transformación es total.

—Si te ríes, me lo quito todo —dice Tony, avergonzado—. Sé que me veo estúpido.

—No te ves estúpido, créeme. Pareces una niña de diez años. Estoy teniendo dificultades para recordar que eres un chico —le responde Shirley, emocionada.

Tony no sabe cómo sentirse. Al mirarse en el espejo, la imagen que le devuelve el reflejo le resulta casi irreal.

—No puedo ser yo... realmente parezco una chica —murmuró.

Shirley no puede evitar sentirse orgullosa del resultado. Lo abraza y le pinta las uñas de rosa pálido, mientras Toni —ya no tan convencido de su identidad— se queda sentado, en silencio, absorbiendo esa extraña nueva imagen de sí mismo.

—¿Todo esto es necesario? —pregunta con voz ronca.

—No podemos permitirnos ningún desliz. Si no lo hacemos bien, alguien podría sospechar.

Después del almuerzo, Shirley lo lleva al parque. Toni, incómodo con la brisa que levanta su falda, siente que la ropa no le ofrece la misma protección de siempre. No sólo se ve como una niña; también empieza a sentirse como una.

Se sientan cerca del estanque. Shirley nota el desconcierto de su primo y trata de consolarlo. Le rodea los hombros con cariño y le da un beso en la mejilla.

—Me tomé la libertad de vaciar tu maleta y reemplazar tu ropa con cosas más adecuadas para una niña —le dice con ternura—. Espero que no te importe.

Toni, lejos de enfadarse, se acurruca en el brazo de su prima. Hay algo en ese gesto que lo desarma, algo cálido y extraño que empieza a recorrerle el cuerpo bajo los pliegues de su falda. No lo entiende del todo, pero tampoco puede ignorar el placer sutil que le provoca. Se siente vulnerable, confundido, y sin embargo, no del todo incómodo.



 
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¿Cómo puedo ser yo?


Paré las labores en casa para mirarme en el espejo. ¿Cómo puedo ser yo? Yo era un hombre, pero él me feminizo a la fuerza y me hizo su esposa. Bueno, nada puede cambiarse ya. Debo prepararme porque querrá que cumpla mis deberes de esposa cuando llegué del trabajo.

miércoles, 23 de marzo de 2016

Sólo el exterior



Estoy tratando de sonreír y ser amable con los amigos de Steve en esta fiesta que organizo para presentarme.Ninguno de ellos sabe que soy un chico feminizado por Steve. Y ninguno debe saberlo. Steve proviene de una familia muy chapada a la antigua, sus amigos también son de esta manera. En sus familias el hombre trabaja y mantiene los gastos, las mujeres son amas de casa y madres. Si alguien de su círculo se enterará de sus preferencias sexuales Steve podría perder su herencia. El me conoció en un bar y se enamoo de mi. Pero yo era un chico heterosexual y lo rechacé. Entonces él me secuestro y me fue feminizando secretamente.

Ahora tengo un par de pechos, una cintura reducida, caderas anchas y en mis piernas una vagina que no sería reconocible de la de cualquier otra mujer. Me muevo y me comporto como una mujer. Visto lencería y vestidos con medias de nilón y tacones todos los días. Y en la cama cumpló las labores que toda esposa debe cumplir.

Para todos aquí son una mujer y una esposa perfecta... pero sólo es el exterior. En mi alma siempre seré un hombre

martes, 22 de marzo de 2016

La aventura comienza (1)



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Escrito por Andrea, con un poco de ayuda de Daphne


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Capítulo 1. La aventura comienza

Shirley, una niña que está alcanzado la adolescencia, se encuentra otra vez junto a la ventana, con los binoculares en mano, espiando discretamente el jardín de la casa de campo vecina. Desde que Tony llegó a casa de su tía Mary, descubrió que su prima se ha obsesionado con una figura misteriosa que aparece allí dos veces al día. Tony es algo más joven que ella, aunque mucho más bajito, y está recién llegado para pasar las vacaciones, no puede evitar preguntarle, con resignación:

—¿Qué ves?

Tony ya conoce la respuesta. Shirley le ha contado todo sobre aquella chica en el jardín: una joven de cabello rubio, hermosa pero con una tristeza inquietante en la mirada, que es llevada cada día a leer al jardín si el clima lo permite. Alguien la deja allí, y una hora después vuelve por ella. Siempre a la misma hora, siempre con la misma rutina.

—Todavía no sé por qué estás obsesionada con ella —dice Tony hojeando una revista sin mucho interés—. Luce bien para mí.

Pero Shirley insiste:

—Debes admitir que es extraño. Siempre sale a la misma hora, siempre escoltada y con esa apariencia de prisionera.

Tony no comparte su entusiasmo por el misterio. A él lo mandaron allí para “cambiar de aires”, aunque preferiría estar con sus amigos. Además, Shirley y él nunca han tenido mucho en común.

Shirley ha intentado obtener información. Habló con los inquilinos de la casa, quienes le aseguraron que no hay jóvenes alojados allí, lo cual solo aumentó su sospecha:

—¿Por qué tratan de ocultarla?

Tony sigue escéptico:

—Creo que haces algo de la nada.

Pero todo cambiará ese fin de semana. Shirley y cuatro de sus amigas han sido invitadas a quedarse dos noches en la casa de campo, como parte de una investigación escolar sobre una fiesta local y la historia de la casa. Con la tía Mary fuera por trabajo, Tony también irá.

—¿No te emociona descubrir todo sobre este misterio? —pregunta Shirley.

—Aún no me gusta la idea de ir con ustedes —responde Tony con sinceridad.

—Mamá y yo pensamos que te aburrirías más solo. Además, te necesito conmigo. Nosotras haremos el proyecto mientras tú husmeas y descubres algo sobre esta chica misteriosa.

A Tony no le agrada la idea de convivir con cinco chicas, la mayoría desconocidas, pero no tiene opción. Shirley ya organizó todo: dormirán en habitaciones dobles y él compartirá con ella.

Aunque no lo admite, la imagen de la chica triste lo intriga cada vez más. Sin saberlo, está a punto de embarcarse en una aventura que lo cambiará.

El resto de la semana pasó sin incidentes, aunque Tony no tenía ni idea de en lo que se había metido.. 


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viernes, 11 de marzo de 2016

Debí ser más específico

 
 
Después de dos años de feminización forzada, estuve de acuerdo con vivir con Steve como su esposa si me dejaba usar pantalones.
  
Mientras espero que me presente a sus padres siento que debí ser más específico.

Vamos a hacer una gran pareja


"Lo siento Max! Eres mi mejor amigo, pero echo mucho de menos a mi mujer. Después de ver que no haz tenido una novia en años y encontre un DVD de transexuales en tu departamentos... no fue díficil deducir porque.

Te ves tan sorprendente y convincente como mujer en ropa de mi ex esposa. Vamos a hacer una gran pareja! cariño, serás mi esposa Melissa! "

Pronto comenzarás a sentirte bien con vestidos y medias.

"Por favor, mamá, voy a tomar complementos para hacer mis músculos más grandes. No me hagas ser una chica.."

"Tranquila Melissa. No podrás desarrollar ningún músculo. Pronto comenzarás a sentirte bien con vestidos y medias."

Nunca he besado a una chica


Tengo dieciocho años y nunca he besado a una chica. He sido besado un montón de veces vestido como una chica, pero creo que no cuenta.

Los chicos débiles deben ser esposas


"Ahora tienes 18, es el momento para que aprendas las habilidades necesarias para ser una buena esposa."

"Pero yo no quiero ser una esposa! Yo no quiero usar esta ropa!"

"Yo tampoco quería cuando tenía tu edad, pero a través de las generaciones, los hombres más débiles de nuestra familia se han convertido en esposas y tú no vas a ser diferente. Usted se acostumbrará a usar vestidos, medias y zapatos de tacón. Confía en mi amor, 'te va a encanta ser una mujer, esposa y madre algún día. yo sé que sí. Sonríe querida ".

Una buena esposa conoce su trabajo

 
"Mamá, me transformaste en mujer y que me han diste en matrimonio a Steve. Ahora sé que nunca seré un hombre otra vez. Acepté ser una mujer y la esposa de Steve. Quiero ser una buena mujer y una buena esposa. ¿Cómo hago para complacer a Steve? " Le pregunté a mi madrastra.

"Entrégate a él, completamente. Pídele que se venga dentro de ti. Frota su pene a través del pantalón cuando estás en público. Use sólo los vestidos o faldas con medias, para que pueda entrar en ti cuando quiera, dondequiera que esten hazle saber que entiendes que tu cuerpo le pertenece a él. Haz lo que el quiera, cuando quiera, donde quiera. Una buena esposa conoce su trabajo: vive para obedecer y adorar a su marido ".